Ante la ola de robo de aviones, aeroclubes dan consejos para protegerse de narcos y contrabandistas

En menos de un mes la provincia del Chaco, en el noreste de Argentina, fue el escenario de dos robos de aeronaves que trascendieron a nivel nacional (y hasta internacional) por sus particularidades.

El primero, ocurrido en el Aeroclub Chaco, 20 kilómetros al sur de Resistencia, porque tuvo lugar apenas minutos después de que suenen las doce de la noche del 25 de diciembre. Mientras el mundo celebraba la Navidad, los delincuentes volaban el avión, un Cessna 206 matrícula LV-KEY atravesando dos provincias y el Paraguay de sur a norte sin disparar el alerta de ninguna autoridad aeronáutica. Finalmente, se le perdió el rastro en Bolivia.

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El segundo robo tuvo un desenlace trágico: en la madrugada del miércoles 18 de enero, cinco delincuentes sustrajeron otro Cessna 206 (LV-HKX) del Aeroclub Villa Ángela, en el sudoeste de la provincia del Chaco. Minutos después del despegue el avión se estrelló y estalló en llamas, muriendo al instante todos a bordo, en lo que representa el mayor accidente aéreo en esa provincia en décadas.

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El robo de aeronaves civiles por parte de organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico o al contrabando es bastante común en la región. Un reporte de InSight Crime publicado en 2016 menciona a la Argentina como uno de los mercados más grandes de cocaína en Sudamérica y así también como uno de los puntos de partida de esa droga hacia Europa.

Su frontera con Bolivia y Paraguay, productores de cocaína y marihuana, contribuyeron a la creación de un «puente aéreo» en el norte y centro argentino, en donde se estima hay al menos 1.500 pistas clandestinas. En ese mismo reporte citan a fuerzas de seguridad detallando que alrededor del 80% de las drogas ilícitas que llegan a la Argentina lo hacen por vía aérea en unos 120 vuelos diarios aprovechando la falta de control sobre el espacio aéreo.

Esto vuelve a los aeroclubes argentinos, que se mantienen sobre la base de mucho esfuerzo comunitario, en altamente vulnerables a transformarse en proveedores involuntarios de aeronaves para mantener vivo a ese «puente aéreo». Calvario también compartido por sus pares de otros países latinoamericanos, desde ya.

Ante esta situación, desde la Federación Correntina de Aeroclubes (provincia clave al compartir frontera con Paraguay, Brasil y Uruguay) y el Aeroclub Cañada Quiroz, brindaron algunos consejos para que los aeroclubes los tengan en cuenta y mitiguen así el riesgo de sufrir robos de aeronaves.

«Debe tenerse en cuenta que existe un trabajo de inteligencia previo al robo. No son robos de oportunidad», comentaron.

«El modus operandi es visitar los aeroclubes pidiendo datos para hacer el curso de vuelo y revisar de esa manera las instalaciones» pero «también se contratan vuelos por parte de extranjeros o personas que no son de la zona unos días antes del robo para ver la operación del avión».

Ante esto recomiendan estar alertas y, cuando ven gente desconocida pidiendo información sobre vuelos o datos de aeronaves, solicitarles la exhibición de documentos.

«Aparecen como personas amenas y simpáticas. Contratan servicios, pagan bien, no cuestionan precios y piden vuelos panorámicos o traslados con poco sentido desde un número extranjero o desconocido, y normalmente son para una familia de vacaciones o para turistas extranjeros», prosiguen desde la institución, detallando que piden aviones de seis plazas (cinco pasajeros).

«Hay que actuar en forma solidaria entre todos los aeroclubes y pasar datos», concluyeron.

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