El lunes 12 de junio, Boeing y NASA comunicaron que el avión producido a través del proyecto Sustainable Flight Demonstrator de la agencia espacial fue designado como X-66A por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que concede el estatus de «X-plane» a los programas de desarrollo que se proponen crear configuraciones revolucionarias de aeronaves.
Casi siempre, están pensados para probar diseños y tecnologías que puedan adoptarse en futuros modelos de aviones, y no para servir de prototipos para la producción en serie.
El fin del programa es proporcionar información para futuros diseños y avances en materia de aerodinámica y eficiencia energética. Con ese objetivo en mente, Boeing y NASA revelaron en enero pasado que trabajarían en conjunto para estudiar un nuevo concepto de ala para aeronaves comerciales más eficientes y sostenibles.
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El X-66A, desarrollado por Boeing y NASA
«El X-66A es el avión destinado específicamente a ayudar a los Estados Unidos a alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050», sostuvo NASA en un comunicado de prensa. Boeing participará de su desarrollo y colaborará en la modificación de un McDonnell Douglas MD-90, que incluirá un acortamiento del fuselaje y la sustitución de sus alas y motores.
El fabricante aeronáutico presentó el diseño resultante, conocido como Transonic Truss-Braced Wing (TTBW): tendrá alas largas y delgadas, con motores montados debajo y un conjunto de armazones aerodinámicos como soporte. La compañía será la encargada de construirlo y llevar a cabo las primeras pruebas en vuelo.
Las nuevas alas ultra-finas sustentadas por puntales, de mayor envergadura y relación de aspecto (conicidad), podrán albergar sistemas de propulsión avanzados que se ven limitados por la falta de espacio bajo el ala en las configuraciones actuales de aviones de ala baja. Para ello, Boeing utilizará elementos de aeronaves existentes y los integrará con componentes totalmente nuevos.
Según el acuerdo firmado por las dos partes, NASA invertirá 425 millones de dólares por un período de siete años, mientras que Boeing y sus sucios aportarán el resto de la financiación, estimada en unos 725 millones.
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¿Un futuro concepto de aviones de pasillo único más sostenibles?
De acuerdo con la agencia espacial estadounidense, el nuevo desarrollo, que es el último de una serie de aviones experimentales, pretende ser un innovador concepto de «una posible nueva generación de aviones de pasillo único más sostenibles, el caballo de batalla de las aerolíneas de pasajeros de todo el mundo».
En ese sentido, un diseño de este tipo permitiría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en hasta un 30% con respecto a los aviones de fuselaje estrecho más eficientes de la actualidad.
«El X-66A ayudará a dar forma al futuro de la aviación, una nueva era en la que los aviones sean más ecológicos, limpios y silenciosos, y creará nuevas posibilidades, tanto para el público como para la industria estadounidense», declaró Bill Nelson, administrador de la NASA.
«Estamos increíblemente orgullosos de esta designación, porque significa que el X-66A será el siguiente de una larga serie de aviones experimentales utilizados para validar diseños innovadores que han transformado la aviación», declaró Todd Citron, director de Tecnología de Boeing.
«Con los conocimientos adquiridos durante el diseño, la construcción y las pruebas de vuelo, tendremos la oportunidad de dar forma al futuro del vuelo y contribuir a la descarbonización del sector», agregó Citron.