Nuevamente Indonesia incumplió su compromiso de notificar al gobierno coreano de su plan de pago de la parte que le corresponde del coste del proyecto del KF-21, lo que pone en peligro la continuidad de su asociación.
Según The Korea Economic Daily, la Administración del Programa de Adquisiciones de Defensa (DAPA), la agencia de adquisición de armamento de Seúl, declaró el miércoles que Indonesia no había presentado su plan de pago a finales de octubre, como había prometido.
Un socio complicado
El programa Korea Fighter eXperimental (KF-X), para el desarrollo de un caza nacional de nueva generación, fue anunciado por el presidente de Corea del Sur allá por marzo del 2001. Más adelante, buscando financiación, se captó el interés de Indonesia. Este país se haría cargo del 20% de los costos del programa (cuyo costo total estimado rondaba los 7.800 millones de dólares), a cambio de la transferencia de tecnología necesaria que les permitirá en el 2026, cuando el caza esté listo, producir 48 o 50 unidades localmente.
Pero Indonesia, desde la firma del convenio con el gobierno de Corea del Sur en 2016, solo se giró el pago completo de ese mismo año, unos 45 millones de dólares. De los 167 millones de dólares que Jakarta debía transferir en el 2017, Seúl solo recibió 40. El aporte indonesio al programa en el 2018 fue de 0, debiendo la totalidad de los 181 millones de dólares comprometidos. En el 2019 se realizó la mayor contribución al KF-X, cuando Indonesia pagó 160, de los 172 millones de dólares correspondientes a ese año. Hasta ahora, Indonesia solo pagó la cuarta parte de lo pactado.
Intensas negociaciones entre las partes condujeron, a principios de año, a que Indonesia se comprometiera a informar a Corea del Sur de un calendario de pagos a finales de junio, pero no lo hizo. Más tarde dijo que presentaría un plan a finales de octubre, pero de nuevo, no cumplió.
Hay que señalar que al mismo tiempo que sucede todo esto, Jakarta lleva adelante un ambicioso plan de reequipamiento de su Fuerza Aérea (TNI-AU o Fuerza Aérea del Ejército Nacional de Indonesia), habiendo encargado en firme 24 cazas Dassault Rafale (de un total hipotético de 42 unidades) y está negociando con Boeing la compra de 24 cazas pesados F-15EX. Actualmente TNI-AU basa su poder aéreo en aviones de combate Su-27/30 rusos y F-16 norteamericanos de los modelos A/B/C y D, sistemas de armas ya entrados en años y que tal vez Indonesia necesite reemplazar antes de lo que el KF-21 Boramae, aún en desarrollo, podría ser puesto en servicio.
Buscando un “plan B”
El director de la DAPA, Eom Dong Hwan, declaró durante una auditoría parlamentaria el mes pasado que «no tendría más remedio que devolver el proyecto conjunto al punto de partida» si Yakarta sigue incumpliendo sus promesas. “El hecho de que Yakarta no honre sus pagos socava la confianza en su compromiso de desarrollar un avión de guerra polivalente avanzado para las fuerzas aéreas de las dos naciones”, afirmó.
El martes, en una reunión informativa de DAPA con el Ministerio de Defensa surcoreano, un funcionario confirmó que se están estudiando varias posibilidades sobre qué hacer con su asociación con Indonesia mientras se esperan los planes de pago de Yakarta.
Uno de los países interesados en ingresar en el programa KF-21 son los Emiratos Árabes Unidos, que está realizando importantes inversiones en productos de Defensa surcoreanos y que en septiembre había ofrecido cubrir la parte de la inversión que correspondía a Indonesia.
Otra de las opciones es Polonia, que realizó importantes acuerdos de Defensa con Corea del Sur, como la compra del caza ligero FA-50, así como tanques y sistemas de artillería, y planea profundizar su asociación técnico-industrial-militar con el país asiático, siendo su ingreso en el programa KF-21 Boramae una posibilidad bastante realista.
Mientras tanto, el programa del caza coreano, llevado adelante prácticamente en solitario por Seúl, continúa su desarrollo a buen ritmo y promete ser una alternativa asequible a los cazas de 4.5 y 5ta generación para naciones que, por motivos financieros o técnicos, no puedan acceder al F-35 de Lockheed Martin.