Al conmemorar el 75º aniversario del English Electric Canberra, es un momento oportuno para reflexionar sobre el legado perdurable de lo que fue el primer bombardero a reacción de la Royal Air Force. Desde su concepción hasta sus notables hazañas rompiendo récords, el Canberra grabó su nombre en la historia de la aviación.
Nacimiento de un Pionero a Reacción
El viaje comenzó en 1944, cuando el Ministerio del Aire buscaba un sucesor para el De Havilland Mosquito. El requisito era claro: un bombardero sin armamento defensivo que pudiera operar a grandes alturas para evitar interceptores enemigos. Entre los contendientes, la propuesta de la entonces relativamente inexperta compañía English Electric se destacó gracias a las ideas innovadoras de diseño del recién nombrado diseñador W.E.W. ‘Teddy’ Petter, también padre del Lightning.
El concepto inicial de un solo motor evolucionó a un diseño más robusto de dos motores en enero de 1946, llevando al Ministerio de Suministros a ordenar el desarrollo y producción de los primeros cuatro aviones bajo el proyecto EE A.1.
A pesar de los retrasos de la posguerra, el prototipo VN799 voló por los cielos en mayo de 1949, con 132 aviones de producción ya ordenados. El avión fue formalmente nombrado «Canberra» en enero de 1951, en honor a la ciudad capital de su primer cliente de exportación, Australia.
Rompiendo Barreras y Récords
El Canberra se destacó como un bombardero mediano a gran altura durante la década de 1950, estableciendo diecinueve récords de velocidad de punto a punto y tres récords de altura, incluyendo una altura impresionante de 70,310 pies (21.300 metros) en 1957. Su rendimiento en los cielos fue igualado por su versatilidad en roles y configuraciones, lo que llevó al desarrollo de más de 40 versiones diferentes.
Con 925 unidades construidas en el Reino Unido y unidades adicionales bajo licencia en los EE. UU. y Australia, el Canberra fue adoptado por las fuerzas aéreas de 15 países. Su adaptabilidad lo vio servir no solo en roles de bombardero y reconocimiento, sino también en guerra electrónica, remolque de objetivos e incluso en misiones meteorológicas. El Canberra fue una presencia global, demostrando el ingenio de la ingeniería británica en el escenario mundial.
El Rol del Canberra en América Latina
En enero de 1953, Venezuela se convirtió en el primer comprador latinoamericano, adquiriendo seis modelos B.2 para la Fuerza Aérea Venezolana (FAV). El primer avión llegó a Maracay el 1 de abril de 1953, entregado por una tripulación de la RAF, y fue asignado al Grupo Aéreo de Bombardeo 13 con base en Barcelona.
Esta adquisición inicial fue seguida por un pedido en 1957 de ocho B(I).8 y dos T.4, los cuales fueron entregados para febrero de 1958 y utilizados por los Escuadrones de Bombardeo 38 y 39. En la década de los 60, Venezuela realizó otro pedido considerable de 12 B.2 reacondicionados y dos PR.3. Estos aviones originales también fueron modernizados por BAC en Samlesbury, Lancashire, después de la integración de English Electric en la recién creada British Aircraft Corporation en 1963.
Con el tiempo, la FAV amplió su flota de Canberras para incluir los modelos B(I).88, T.84, B.82, B(I).82 y PR.83. Para 1990, los 13 Canberras restantes de la FAV, incluidos siete B.82, dos T.84, un B(I).88 y un PR.83, fueron retirados.
Ecuador ordenó seis Canberra B.6 en mayo de 1954 para equipar al Escuadrón de Bombardeo 2123 con base en Quito. Estos aviones comenzaron a llegar a principios de 1955 y sirvieron a la Fuerza Aérea Ecuatoriana hasta que los últimos tres fueron retirados en 1981.
Perú también se convirtió en un adoptante temprano del Canberra cuando ordenó ocho B(I).8 en noviembre de 1955, con las entregas comenzando en mayo de 1956 al Grupo de Bombardeo 21. Esta flota fue posteriormente complementada en 1960 por un reemplazo por pérdida y, en 1966, por un importante envío de aviones reacondicionados de BAC, incluyendo seis B.72 y dos T.74.
Las expansiones adicionales a la flota peruana ocurrieron en años posteriores con pedidos adicionales, culminando en 1973 con la compra de una docena de B(I).68 re-RAF y un solitario T.4, entregados a partir de 1975.
El último operador sudamericano del Canberra surgió a partir del conflicto en Malvinas, cuando Chile adquirió tres PR.9 en octubre de 1982, probablemente para reforzar su capacidad de vigilancia sobre su vecino. Uno de estos aviones se perdió poco después de la entrega, pero los dos restantes sirvieron durante varios años más antes de su retiro final.
El Canberra en Argentina
En 1968, la Fuerza Aérea Argentina inició una directiva para adquirir 14 aviones Canberra, que comprendían 12 modelos B.MK.62 y 2 modelos B.MK.64, que eran unidades de segunda mano reacondicionadas por la British Aircraft Corporation. Estos aviones fueron integrales durante la crisis con Chile en 1978 y la Guerra de las Malvinas en 1982.
Durante el conflicto y basados en Trelew, los Canberra realizaron 58 misiones con un total de 395 horas de vuelo, y lanzaron más de 38.600 kg de bombas. A pesar de la pérdida de algunas unidades, los supervivientes siguieron prestando servicio hasta su retiro del servicio activo, sucedido en 2000.
Un Legado Duradero
Retirado del servicio de la RAF en 2006, después de 57 años, el legado del Canberra perdura con varios preservados en museos de todo el mundo. Desde el Imperial War Museum en Duxford hasta el Temora Aviation Museum en Australia, estas aeronaves continúan cautivando a entusiastas e historiadores por igual.
En Argentina, el B-109 es parte del acervo del Museo Nacional de Aeronáutica, y muchos de sus hermanos decoran plazas y demás lugares públicos.
Al conmemorar 75 años desde que el Canberra alzó vuelo por primera vez, su historia sigue siendo un testimonio de la visión y ambición de sus creadores. El English Electric Canberra no solo revolucionó la tecnología de los bombarderos sino que también dejó un legado duradero que continúa inspirando admiración por su espíritu pionero en la historia de la aviación.
El Canberra de Chile cayó abatido en Argentina por FFAA. Lo bajaron como pajarito con gomera dicen.