La Fuerza Aérea Egipcia se interesa por los aviones de combate chinos J-10C y J-31 para sustituir sus viejos cazas F-16 de origen estadounidense.
Según el portal Military Africa, fuentes oficiales confirmaron que El Cairo y Beijing están manteniendo conversaciones sobre la eventual adquisición de aviones de combate J-10C y J-31 para modernizar la Fuerza Aérea Egipcia, que necesita sustituir un buen número de cazas de origen occidental, ya envejecidos.
La Fuerza Aérea Egipcia es la cuarta mayor operadora de F-16 del mundo, con más de 200 unidades en servicio, siendo su principal avión de combate de primera línea. Sin embargo, como estos aviones comenzaron a llegar al “país de los faraones” desde principios de los años 80, ya muestran los efectos de la edad y su reemplazo se hace necesario.
La opción china
La decisión de Egipto de considerar la adquisición de aviones de combate chinos J-10C y J-31 se enmarca en un contexto geopolítico complejo y en constante evolución en el Medio Oriente. Las tensiones regionales, las sanciones internacionales (principalmente debido a su oscuro historial en materia de Derechos Humanos) y las alianzas cambiantes están impulsando a Egipto a buscar nuevas opciones para modernizar su Fuerza Aérea y garantizar su seguridad nacional.
En los últimos años, las relaciones entre Egipto y China se fueron fortaleciendo. Recientemente, el comandante de la Fuerza Aérea Egipcia, el teniente general Mahmoud Fuad Abdel Gawad se reunió con su homólogo chino, el general Chang Dingqiu, así como con altos funcionarios de CATIC (Corporación Nacional de Importación y Exportación de Tecnología Aeronáutica de China), donde la posible compra de cazas chinos, y eventuales transferencias tecnológicas, habrían sido uno de los principales temas conversados. También pudo visitar una base militar china, donde pudo tomar contacto con los J-10C de primera mano.
El J-10C interesaría a Egipto por ser un caza multirol moderno de 4++ generación, con un costo relativamente bajo y que podría cubrir la mayoría de las misiones que actualmente al Fuerza Aérea Egipcia asigna a los F-16.
Vea también: Pakistán oficializa su interés por el caza furtivo chino J-31/FC-31 “Gyrfalcon”
Con el J-31/FC-31 “Gyrfalcon”, al ser un avión de combate de quinta generación y baja observabilidad al radar, Egipto buscaría achicar la brecha tecnológica y en capacidades con los F-35I “Adir” operados por la Fuerza Aérea Israelí (IAF).
Ambas aeronaves, sus componentes y armamento, son de origen 100 % chino y estarían libres de restricciones ITAR (International Traffic in Arms Regulations). Además como Beijing mantiene una política de “no interferencia” en los asuntos internos de las naciones con las que hace negocios, y no impone condicionamientos políticos a los acuerdos de armamento.
El fantasma de la ley CAATSA
Si bien EE.UU. está en franca retirada de la región, para centrar sus esfuerzos en la contención de China en el Pacífico, Egipto ya intentó años atrás potenciar su Fuerza Aérea con cazas rusos Su-35, pero Washington no lo permitió.
La idea original de Egipto era adquirir el Lockheed Martin F-35, pero las autoridades norteamericanas dejaron claro que el Lightning II no estaba disponible para ellos, ya que deben garantizar la superioridad tecnológica de Israel respecto a la de sus vecinos. Como medida de presión, Egipto buscó el mejor caza disponible en el mercado de la competencia, y en el 2018 firmaron el contrato de compra por 24 cazas SU-35SE. El gobierno del entonces presidente, Donald Trump, contraatacó con la amenaza de sanciones económicas bajo la ley CAATSA (Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act – una ley estadounidense creada para tomar represalias contra adversarios a través de sanciones), tal como había hecho con Indonesia cuando también quiso adquirir el Su-35 ruso.
La amenaza fue efectiva. La operatividad de la flota egipcia de más de 200 F-16, decenas de helicópteros AH-64 Apache, y cientos de tanques M-1 Abrams estaría en riesgo, por lo que El Cairo decidió dejar sin efecto la compra y optar por los “políticamente correctos” Dassault Rafale franceses. Los Su-35 egipcios serían luego adquiridos por Irán.
Resulta difícil pensar que Egipto pueda comprar aviones de combate modernos en China, estando vigente la amenaza de la ley CAATSA, cuya imposición tendría un grave efecto en las relaciones comerciales con EE.UU. y devastadoras consecuencias para la operatividad de las Fuerzas Armadas egipcias. Además, supondría el final de la ayuda militar norteamericana, que en 2023 fue de 1.300 millones de dólares. Aunque también es cierto que Estados Unidos empezó a retener la ayuda militar a Egipto, alegando el historial de derechos humanos del país.
En resumen, la decisión de Egipto de mirar hacia China se basa en una combinación de factores estratégicos, económicos y políticos, que reflejan la búsqueda de una mayor autonomía y diversificación en materia de Defensa. Sin embargo, teniendo en cuenta los riesgos previamente descritos, cabe preguntarse si el interés por los J-10C y J-31 es genuino, o se trata de una maniobra para tratar de obtener mejores concesiones de Washington.