Egipto se habría convertido el nuevo usuario del caza chino J-10C, marcando un punto de inflexión en su política de Defensa

Gastón Dubois

Varios reportes indican que Egipto se convertirá en el segundo operador de exportación del caza chino J-10C “Vigorous Dragon”. Aunque aún no hay confirmación oficial, el 19 de agosto el Ministerio de Defensa egipcio aparentemente realizó su primer pedido de cazas J-10C, aunque el número exacto de unidades es desconocido.

El interés de El Cairo en el J-10C (y también en el caza de quinta generación J-31) ya había sido reportado en julio. El J-10C resulta atractivo para Egipto debido a que es un caza multirol moderno de generación 4++, con un costo relativamente bajo, capaz de realizar la mayoría de las misiones que actualmente ejecuta la Fuerza Aérea Egipcia con sus F-16, a los cuales está destinado a reemplazar. Al parecer, la oferta china superó a la propuesta estadounidense de modernizar parte de la extensa flota egipcia de F-16 (más de 200 aviones) al estándar Viper.

Contexto de seguridad comprometido y cambio de alianzas

La propuesta de adquirir cazas J-10C chinos se inserta en el contexto geopolítico más amplio y extremadamente complejo de Medio Oriente, que reflejaría un cambio en las prioridades estratégicas de El Cairo. Egipto y China han estado fortaleciendo sus lazos económicos y estratégicos durante años, un proceso que se aceleró tras la incorporación de Egipto al bloque BRICS.

J-10C PAF
Hasta ahora, Pakistán es el único país que opera el J-10C fuera de China. Egipto podría ser el segundo.

La decisión, que sin duda causará un profundo malestar en Washington, probablemente también esté vinculada al continuo apoyo político y militar estadounidense a la ofensiva israelí contra Hamas. Funcionarios egipcios han expresado su preocupación de que el plan de Jerusalén sea empujar a cerca de dos millones de palestinos hacia Egipto, un país que carece de los recursos económicos y la infraestructura necesarios para acogerlos, con el objetivo final de anexar la totalidad de la Franja de Gaza.

A diferencia de Occidente, que ha sancionado a El Cairo principalmente por su oscuro historial en materia de derechos humanos y su negativa a venderle armamento avanzado aire-aire (como los misiles AMRAAM para los F-16 y Meteor para los Rafale, a fin de no generar tensiones con Israel), los J-10C, sus componentes y armamento, son de origen completamente chino y no están sujetos a las restricciones del ITAR (Reglamento Internacional de Tráfico de Armas). Además, Beijing mantiene una política de «no interferencia» en los asuntos internos de los países con los que comercia, sin imponer condiciones políticas en los acuerdos de armamento, lo que resulta especialmente atractivo para el gobierno del presidente El-Sisi.

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