La historia comienza hace un poco más de una semana: en la página de LATAM se podían comprar pasajes combinados con destinos de la red doméstica de Aerolíneas Argentinas. Una situación impensada hace unos años, y hasta diría unos meses, aparecía en los motores de búsqueda del holding. Preguntamos a diversas fuentes y de un lado nos confirmaron el acuerdo, y hasta obtuvimos evidencia del comunicado que anunciaba el acuerdo interlínea.
«El grupo LATAM informa que, a partir del 19 de agosto, rige un acuerdo interlineal con Aerolíneas Argentinas que permite a los pasajeros utilizar la red de conexión de ambas compañías en Sudamérica», fueron las palabras que obtuvimos. Tras las confirmaciones de rigor, publicamos la noticia.
Poco después, algunos contactos indicaban que el acuerdo no era tal, que una de las partes se había «apresurado», y que no harían declaraciones al respecto. Mientras interpretábamos que el acuerdo se había dado por terminado, la realidad es que el acuerdo interlínea sigue vigente y al momento de publicar esta nota, los pasajes combinados siguen ofreciéndose en el sitio de LATAM. No así en el de Aerolíneas Argentinas.
El acuerdo, dependiendo de a quién se le pregunte, existe y no existe. En una superposición cuántica sudamericana, el interlínea es el gato de Schrödinger: vive y no vive. La evidencia demuestra que en los sistemas de búsqueda de quien eligió anunciarlo la opción que hace al acuerdo existe. En la otra vereda, la bajada es que no hay bajada.
Aerolíneas Argentinas ya tiene acuerdos similares con SKY, Avianca y GOL. La industria vive de estos acuerdos y estas consolidaciones desde hace años. Lufthansa con ITA, la fallida Iberia/Air Europa, la futura participación en TAP Air con el primero que venga y cierre un número que le convenza al estado portugués. Llama la atención la particular predilección por el silencio en relación con este acuerdo particular.
El momento político, tal vez. El frente interno, quizás. El acuerdo con LATAM tiene sentido, en un contexto en el que la supervivencia no está asegurada. Sin embargo, en lugar de potenciarlo o al menos comunicarlo en las mismas condiciones de otras decisiones, similares en la forma pero tal vez con menos potencia, se elige barrerlo debajo de la alfombra.
En síntesis, el acuerdo interlínea existe. Un viajero puede entrar a la página de LATAM y comprar un vuelo con conexiones domésticas de Aerolíneas Argentinas. Ese mismo acuerdo haría posible que un viajero entre al sitio de Aerolíneas y pueda elegir un vuelo internacional con LATAM, pero no lo vimos todavía. Esa es la evidencia, más allá del ruido y, sobre todo, más allá de la elección de no decir nada. Porque en este caso, el silencio que aturde.