Crisis OTAN: Alemania evalúa disuasión nuclear europea sin EE.UU.
¿Son viables los F-35 sin las bombas B61? Alemania cuestiona su estrategia nuclear ante un posible giro de EE.UU.
En Alemania comienzan a surgir dudas sobre si, bajo la administración de Donald Trump, Estados Unidos honraría el Artículo 5 de defensa colectiva de la OTAN en caso de un conflicto con Rusia. En el hipotético escenario en el que las fuerzas armadas estadounidenses se retiren de Europa para redesplegarse en el Pacífico e Índico como parte de su estrategia de contención hacia China, podría incluso plantearse la posibilidad de que Washington retire sus bombas nucleares tácticas B61, algunas de las cuales están almacenadas en territorio alemán.
Estas bombas desempeñan un papel clave en la disuasión nuclear europea, y la necesidad de contar con una plataforma moderna para su despliegue fue lo que finalmente convenció al gobierno alemán de adquirir 35 cazas F-35 Lightning II para reemplazar a los Panavia Tornado de la Luftwaffe destinados a esta tarea. Sin embargo, con las recientes declaraciones de Trump sobre la guerra en Ucrania, la OTAN y la seguridad europea, este plan estratégico podría verse comprometido.

Preocupación en Alemania sobre el futuro de la OTAN
Friedrich Merz, favorito para convertirse en el próximo canciller de Alemania, expresó recientemente su inquietud sobre el compromiso de Trump con la defensa colectiva de la OTAN.
“Debemos prepararnos para la posibilidad de que Donald Trump ya no respalde de manera incondicional el compromiso de defensa mutua de la OTAN”, dijo Merz en una entrevista con un canal de televisión alemán el viernes. “Por eso, en mi opinión, es crucial que los europeos hagan los mayores esfuerzos posibles para asegurarse de que al menos seamos capaces de defender el continente europeo por nosotros mismos.”
Según Politico, Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de centro-derecha y actual favorito en las encuestas de opinión antes de las elecciones del domingo, reconoció públicamente la posibilidad de entablar conversaciones con Francia y Reino Unido, las dos potencias nucleares europeas, sobre un nuevo reparto nuclear o la posibilidad de extender su seguridad nuclear a Alemania. Asimismo, admitió que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha ofrecido repetidamente esta opción a Berlín, aunque hasta ahora los gobiernos alemanes han evitado pronunciarse al respecto.
El controversial reemplazo de los Tornado nucleares
Tras años de idas y vueltas, encendidos debates y algún pequeño escándalo, en 2022 el Ministerio de Defensa alemán anunció la decisión de reemplazar sus fieles pero envejecidos Panavia Tornado con una flota mixta de cazas Eurofighter Typhoon y Lockheed Martin F-35. La elección del F-35 respondió a la necesidad de mantener la capacidad de disuasión nuclear de la Luftwaffe. Entre las otras opciones que se habían evaluado para sustituir al Tornado —el F/A-18 Super Hornet y el Typhoon—, el F-35A era la única aeronave certificada para el lanzamiento de la bomba nuclear estadounidense B61, de las que Alemania posee una veintena bajo el esquema de “reparto nuclear” de la OTAN.

Sin embargo, esta decisión se basó en el supuesto de que Estados Unidos mantendría su compromiso con la OTAN y su infraestructura de disuasión nuclear en Europa. Con Trump de regreso en el escenario político, esta certeza ha comenzado a tambalearse, y con ella, la razón de ser del F-35 en la Luftwaffe podría quedar en entredicho.
¿Hacia una disuasión nuclear europea?
Si, en el peor de los casos, Washington decidiera desligarse de la responsabilidad de la defensa de Europa y retirar su arsenal de bombas B61, ¿qué opciones tendría Alemania para mantener su capacidad de disuasión nuclear?
Actualmente, Francia es la única nación europea con capacidad operativa para desplegar armamento nuclear táctico. Su componente aéreo de ataque nuclear se basa en misiles de crucero supersónicos ASMPA lanzados desde aviones de combate Mirage 2000N y Rafale. Sin embargo, integrar este armamento nuclear francés en los F-35 sería técnicamente impráctico, ya que el ASMPA no cabe en las bodegas internas, lo que obligaría a transportarlo externamente, perdiendo así la bajísima firma radar que caracteriza a este caza y que representa su principal baza de penetración.

Otra opción sería tomar la ojiva nuclear del misil ASMPA, la TNA de hasta 300 kilotones de potencia, para desarrollar una bomba o un misil compatible con las dimensiones de las bahías internas del F-35. Aunque técnicamente viable, este proceso enfrentaría dificultades debido a los complejos sistemas de control y seguridad de cada arma nuclear, lo que implicaría un largo proceso de adaptación y certificación riguroso.
El principal escollo, sin embargo, no es técnico sino político y de seguridad. En el actual contexto de distanciamiento geoestratégico (y tal vez hasta de competencia) entre Washington y Bruselas, es difícil imaginar que las máximas autoridades militares y políticas francesas y estadounidenses confiaran lo suficiente entre sí como para compartir los códigos secretos necesarios para integrar un armamento nuclear en el caza de otro país. En este escenario, la Luftwaffe deberá preguntarse si sigue valiendo la pena mantener un pequeño número de F-35 que no podrán cumplir con el cometido para el que fueron adquiridos.
Sería más factible que París y Berlín llegaran a un acuerdo con garantías de seguridad para adaptar el ASMPA-R y sus futuras versiones a los Eurofighter alemanes. Esta solución podría eventualmente interesar a otros usuarios del caza europeo, como España o Italia, en caso de un deterioro grave de la seguridad continental.
El futuro de la disuasión nuclear europea
La idea de una disuasión nuclear autónoma en Europa, basada en armamento no estadounidense, podría convertirse en una necesidad estratégica ante el aumento de tensiones globales y la incertidumbre sobre el futuro de la alianza transatlántica.

No obstante, este proceso no está exento de desafíos, tanto a nivel técnico como político. El liderazgo de Washington y la interdependencia entre los sistemas de armas nucleares de la OTAN han sido pilares fundamentales en la cohesión de la alianza y en su capacidad de disuasión. Sin embargo, en un escenario donde las certezas estratégicas se desvanecen con rapidez, Europa enfrenta una encrucijada: o fortalece su autonomía militar y redefine su estrategia nuclear compartida para garantizar su seguridad colectiva sin el tutelaje estadounidense, o bien opta por un enfoque más fragmentado, donde cada nación asuma individualmente la responsabilidad de su propia defensa.
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