Honestamente, esta mañana arranqué con ganas de descansar de la aviación Argentina. Hay tantas historias que contar, tanto por analizar y tanto por aprender todos juntos que iba a arrancar por otro lado. Pero bueno, algo cambió los planes.
Temprano, el señor Carlos Rinzelli, analista aeronáutico, publicó un video, y llamó a mirar, escuchar, reflexionar y pensar.
Cuidadoso de no meterse en problemas, en ningún momento dice que el video sea de ayer, el aeropuerto sea El Palomar, y que el avión sea uno de Flybondi. Bueno, la última afirmación es un poco más discutible.
737-800 yellow. Porque no va a decir Flybondi, claro. El problema es que mucha gente tomó el consejo que dio en primera instancia y miró, escuchó, reflexionó y recordó.
Vídeo completo del 737 de Aerolíneas haciendo una pasada PERMITIDA y con un briefing hecho para hacer precisamente ESOOOO por ser una exposición aérea.
El avión fue el LV-FUA
Cuidado de quién toman la info en TW, a veces salir en la TV no es sinónimo de credibilidad. pic.twitter.com/HOlnv6eRtz
— El Piloto Tripulante (@ElPailotOk) 10 de febrero de 2018
El video es de un 737-800 de Aerolíneas Argentinas (matrícula LV-FUA), tomado en 2014, sobre el aeropuerto de Morón, en el marco de un evento llamado Argentina Vuela. En ese evento, el avión hace un rasante sin tren desplegado y un par de cabriolas que fueron previamente establecidas y plasmadas en una reunión pre-vuelo, conocida como briefing, y que estuvo autorizada por el control.
Ante lo burdo de la operación, no sin antes haberlo peleado un rato, Rinzelli decidió borrar los videos (subió más de uno). Pero el daño ya estaba hecho. No me voy a detener en lo estúpido del intento de desprestigiar a una compañía con un video de un vuelo de hace más de tres años, hecho por otra compañía, fuera de servicio regular, en otro aeropuerto, para un evento aeronáutico, y con las autorizaciones pertinentes otorgadas. Es, simplemente, demasiado estúpido para abordarlo.
Quiero irme por las ramas (como siempre) y traer dos puntos a colación. El primero tiene que ver con el nivel de subestimación que se tiene de la opinión pública. En palabras más simples, la facilidad con la que se piensa que la gente es boluda y la frecuencia con la que, bajo ese supuesto, nos quieren vender pescado podrido.
No hace cuatro días que se incendió el ATR de Avianca. Déjennos respirar un poco. Entre el generador diésel que larga humo y Rinzelli que no consume gasoil y hace lo mismo, quisiera creer que estamos pipones de formadores de opinión que nos toman de pelotudos y tratan de llevar ovejas al rebaño propio con los argumentos más imbéciles y faltos de sustento: el miedo y la ignorancia.
En este caso particular, no le estoy pidiendo a un todólogo que deje de opinar de cuatro disciplinas en el mismo día. Le estoy pidiendo a un especialista que deje de decir gansadas sobre lo que sabe. O lo que dice que sabe. Porque a un conocedor del paño no se le escapa que el aeropuerto es Morón. O que la cabecera de la pista dice 20 cuando el sentido de orientación de Palomar es 17/35 (ya hablaremos de esto, paciencia). Un analista aeronáutico por lo menos chequea lo que le pasan, valida el contenido y avala o descarta. En esta tierra de la obviedad necesaria,un analista analiza. No le pido más que eso.
En otro tuit, plantea la siguiente defensa:
No es excusa. No puede serlo. Si simplemente se dedica a difundir un material que está en circulación con una clara mala intención de confundir y generar miedo sin pasarle ni medio filtro, puede tener dos explicaciones: o no analiza un carajo y no le aporta más valor a la aviación que la de ser un parlante que no ecualiza, o comparte la misma mala intención. Tiene un cristal ideológico tan fuerte que le impide ser objetivo. Y eso, para un analista, debe ser pecado. Estamos fritos si la ideología tergiversa conscientemente el análisis. No digo que uno no pueda tener una opinión sobre las cosas. Tiene que tenerlas. Pero hay que saber separar la opinión del objeto de estudio. A menos, claro, que el objetivo sea acomodar los hechos a lo que uno necesita. La posverdad, moneda de todos los días. En este caso, disfrazada de análisis.
El segundo punto que quería tratar escapa un poco a la aviación, y tiene más que ver con el arte del debate y la argumentación. Rinzelli se pega un tiro en el pie cuando queda al descubierto lo burdo y estúpido de este intento abortado de operación. Porque lo que logró es exactamente lo contrario a lo que buscaba. Quien estaba a favor de las low cost, reafirma su idea de la campaña del miedo en contra. Quien tenía dudas que existiera tal cosa, la confirma con esto. La credibilidad del interlocutor se ve dañada por la languidez del argumento. Y si lo que se daña es la integridad del mensajero, la validez del mensaje importa muy poco. Lo que es una verdadera lástima, porque hay un montón de argumentos que hay que debatir y analizar sobre la aparición de las compañías low cost en el país. Hay muchas cosas que no se han hecho bien, mucha tela para cortar en un montón de decisiones, empresariales y estatales. Hay un millón y medio de cosas por criticar, marcar y debatir. Quiero decir: hay un millón de cosas reales que criticar, marcar y debatir. Hay un montón de explicaciones que dar, y un montón de contraargumentos que presentar. Lamentablemente, Rinzelli entra en el ciclo suicida de la falacia ad-hominem autogenerada. Y de eso, no se vuelve.
Ojalá sirva para seguir teniendo presente que quien nos dice algo, nos lo dice de un modo específico, elegido por él mismo, y con una intención específica. Hay intereses, en toda interacción humana. Mi interés es claro: que podamos hablar de aviación con un poco más de conocimiento. Para que no nos lleven de las narices y nos digan qué es bueno y qué es malo. Ahí, la clave: yo no digo que Flybondi es mala o buena. Digo que antes de llegar a una conclusión, hay que saber de qué estamos hablando. Y ahí, elegir. Si sabemos un poco más, se acaban los formadores de opinión desde la ignorancia, el morbo o el miedo. Se acaba el manto de oscurantismo, se acaban los sabelotodos, se acaban los pilotos de sillón. Se acaban los Maverick del biplano de la calesita. Se acaban los analistas mentirosos. Y ganamos todos.
PD: Para quién no entienda la referencia de la foto, Tommy Flanagan era un personaje de Jon Lovitz de la época de oro de Saturday Night Live.
Impecable! Me encantó la redacción por sobre todas las cosas desde un punto neutro brindado por un apasionado de la aviación. Llegué nuevito al blog pero ya me lo estoy agregando a mí Feedly para estar al día!
Lastimosamente duele ver qué gente del ámbito con muchísimos años de trayectoria en algún punto haya perdido ese amor que tenemos todos y las ganas de celebrar cada despegue sea del color que sea.
Gracias! Abrazo!
Te felicito por la claridad y contundencia con la que respondesb a la estupidez. Por más que al final se haga el desentendido este señor claramente dijo al principio que era un 737 800 amarillo así que era claro a quién quería afectar con su publicación. Siento que nos toman por tontos cuando maliciosamente critican todo lo que es cambio pero desde una ideología opuesta. Felicitaciones por el blog!
Gracias!
Que asco cómo operan algunos tratando de engañar a la gente. El problema de fondo de todo esto es que Argentina en lugar de ser una economía de mercado es una economía de aprietes y privilegios, donde cada cual cuida su kiosco.
Yo creo que la verdadera pelea está en defender las condiciones «muy beneficiosas» que tienen los empleados de AR y que sólo es posible mantener con la billetera del Estado. Con la nueva competencia de aerolíneas más eficiente en algún momento habrá que poner sobre la mesa si es posible mantener esas condiciones, algunas propias de AR y otras del convenio colectivo. Los empleados de AR, por ejemplo, vienen recibiendo actualizaciones salariares por arriba de la inflación (el último de esos acuerdos terminó con Isela afuera), tienen una política de vuelos para familiares extremadamente generosa, las tripulaciones vuelan bastante menos horas que otras empresas de referencia a nivel mundial y hay casos, no se si se dará siempre, de abuso en los días que la tripulación pasa en destino. Por ejemplo, las tripulaciones de United que vuelan desde Houston pasan 1 noche en Buenos Aires, mientras que las tripulaciones de AR pasan 4 noches en NY (eran 5 e Isela lo bajó a 4). Y encima que tienen condiciones privilegiadas, hacen paros sorpresivos y medidas por el estilo.
Para sacar las ideologías y políticas del medio hay que terminar con una aerolínea del estado. Yo les daría las acciones de AR a sus empleados y los que se hayan jubilado en los últimos 5 o 10 años y que la administren bien y ganen mucha plata.
Una AR estatal no te ofrece ninguna ventaja. No tiene precios más bajos (de hecho, si pierde plata, pagan también los que no vuelen) y tampoco te da mayor conectividad. Si hoy en día AR es la única que vuela a Corrientes, Chaco o Formosa no es porque no sea rentable (seguro que sí es rentable) sino porque no se permitió durante años nuevas empresas, nuevas rutas y nuevos aviones para las empresas operando. Y si quieren fomentar rutas con pocos pasajeros, hay otras opciones. Una, que no me gusta, es la que usó Andes: te garantizan una ocupación mínima. yo en cambio me inclino por una opción revolucionaria y tan impensada que es casi prohibido plantearlo en Argentina: que el estado deje de encarecer los pasajes. Por ejemplo, para cada ruta nueva durante cierta cantidad de tiempo o hasta llegar hasta x nivel de ocupación, eliminarles la carga impositiva directa e indirecta (IVA creo que pagan 10,5%, IIBB no sé, también se podrían hacer otras deducciones de la compra de aeronaves cuando sumas rutas, etc.)
Un placer leerte, como siempre! Gracias por el post, excelente!
Aguante ChevaFlecha, Loco. No me importa nada.
Abrazo DiazPez.
Otro! Y aguante Chevaflecha!