Este lunes Flyest inauguró sus vuelos entre Buenos Aires y Sunchales, importante polo económico del interior santafesino.
La ciudad no contaba con operaciones comerciales regulares desde hace un par de años, y aunque las mismas son fruto del apoyo del grupo Sancor Seguros (cuya sede central está en Sunchales), no deja de ser una muy positiva noticia para el sector.
De esta manera llegó a 42 la cantidad de aeropuertos argentinos en los que alguna de las compañías aéreas de cabotaje ofrece vuelos comerciales de pasajeros, sean estos de carácter exploratorio, estacional o regular (podríamos sumar también a San Fernando y a Villa Gesell si consideramos los vuelos que SAPSA está haciendo durante el verano).
Actualmente son ocho las líneas aéreas que operan vuelos regulares de cabotaje en Argentina: Aerolíneas Argentinas/Austral, Andes, Avianca Argentina, Flybondi, Flyest, LADE, LATAM Argentina y Norwegian; a éstas se le puede sumar una novena, JetSMART Argentina, que desde la semana pasada comercializa sus primeras rutas, por lo que ya forma parte de la oferta doméstica existente.
Como podemos ver en el siguiente cuadro, Aerolíneas Argentinas/Austral es la compañía con mayor presencia, alcanzando 36 destinos dentro del país; le sigue Flybondi con 15 destinos y completa el podio LATAM Argentina con 13.
De los 42 aeropuertos con vuelos regulares, 6 cuentan con una oferta doméstica compuesta por seis aerolíneas (Aeroparque, Córdoba, Mendoza, Puerto Iguazú, Bariloche y Salta), 18 aeropuertos tienen una oferta de entre 2 y 5 aerolíneas, mientras que también otros 18 aeropuertos solo tienen una sola aerolínea operando de manera regular (en 13 de ellos, Aerolíneas Argentinas/Austral; en Reconquista y Rio Hondo, Avianca, en ambos casos hasta fin de mes, y en el segundo desde marzo retomaría Aerolíneas Argentinas; en Río Mayo, LADE; en Puerto Madryn, Andes; y en Sunchales, Flyest).
Agrupando por provincias, Chubut es la que tiene la mayor cantidad de aeropuertos con vuelos regulares (Esquel, Comodoro Rivadavia, Trelew, Puerto Madryn y Río Mayo). Le siguen, con cuatro aeropuertos cada una, Buenos Aires y Santa Fe. Luego hay ocho provincias que tienen vuelos regulares en dos aeropuertos dentro su territorio (Córdoba, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra del Fuego), y doce en las que solo un aeropuerto cuenta actualmente con ese tipo de operaciones (en todas se trata de la capital provincial).
Ahora, al margen de estos 42 aeropuertos con operaciones regulares, existe un universo de otros 50 aeropuertos distribuidos a lo largo y ancho el país que de manera crónica y desde hace un par de décadas no tienen actividad comercial y cuentan con cierto nivel de infraestructura que les permitiría manejar al menos vuelos regionales con aeronaves de hasta 50 pasajeros.
En este gráfico podemos verlos en negro, comparándolos con los que sí tienen vuelos regulares.
Algunos de estos aeropuertos, como el de Paso de los Libres o Junín, tienen sus pistas clausuradas desde hace casi una década por falta de mantenimiento, dificultando así su retorno a la red de las aerolíneas.
Otros, como Concordia, General Roca, Villa Gesell, Tandil, General Pico, Merlo, Villa Gesell o Villa María han sabido tener vuelos regulares en diferentes períodos durante los últimos 10 años, pero sin poder mantenerlos una vez que los subsidios locales que los mantenían se esfumaban.
En el sur también hay una larga lista de aeropuertos que eran servidos por LADE hasta mediados de la década pasada (Perito Moreno, Río Turbio, Sarmiento, San Julián, entre otros).
El siguiente gran paso de este proceso que el gobierno actual ha dado en llamar la «revolución de los aviones», cuyos logros no he dudado en reconocer (ampliación de la competencia, entrada de las low-cost, conectividad internacional desde el interior, etc.), debería pasar por aprovechar gran parte de esa infraestructura aeroportuaria que hoy se encuentra en desuso desde el punto de vista comercial (porque sí sirven a la aviación general, vuelos sanitarios o chárters de nicho), con incentivos concretos y sostenibles al desarrollo de una red de vuelos regionales con aeronaves de hasta 50 pasajeros.
Se que plantearlo en un contexto recesivo como el actual puede parecer bastante ingenuo, pero es un tema que de alguna manera hay que mantenerlo en agenda. La crisis pasará y, como dije en más de una ocasión, la gente va a querer volar.