La semana pasada fue aprobada por ambas cámaras legislativas de Brasil la medida provisoria n°863 que abre totalmente al capital extranjero la propiedad de las aerolíneas locales, antes limitado al 20% como máximo.
Esta medida fue celebrada por la industria dado que facilitará la llegada de nuevas inversiones al mercado doméstico brasileño, actualmente dominado por LATAM, Gol y Azul, luego de la caída de Avianca Brasil. En el caso de LATAM permitirá avanzar en la «chilenización» de la filial local (al margen de que Qatar Airways posee el 10% del grupo). Gol y Azul tienen por su parte un 9% y 8% de su capital en manos de Delta Airlines y United Airlines respectivamente, además de otros inversores extranjeros). Incluso Globalia, holding de Air Europa, fue el primero en aprovechar para avanzar en el establecimiento de una filial (Ver también: Luz verde para la filial brasileña de Air Europa).
Pero el trámite legislativo también vino con un trago amargo: se ratificó la obligación de que las compañías aéreas deban ofrecer al menos una pieza de equipaje despachado de manera gratuita, un sinsentido que va a contramano de la tendencia global hacia ofrecer tarifas básicas despojadas de cualquier servicio extra, que encuentra en el cobro del equipaje facturado una de sus fuentes de ingresos más importantes.
Es así que en los vuelos domésticos en aeronaves de más de 31 asientos los pasajeros tendrán derecho a despachar de manera gratuita un equipaje de hasta 23 kg; en los de entre 21 y 30 asientos, uno de hasta 18 kg; y en los de hasta 20 asientos, un equipaje de hasta 10 kg.
Según informó nuestro medio asociado en Brasil, Aeroin.net, el presidente Jair Bolsonaro dijo que promulgaría la MP N°863 sin cambios, por lo que las franquicias de equipaje estarían incluidas.
Desde la IATA criticaron duramente esta medida, diciendo que «ven con profunda preocupación los riesgos que representa para la aviación brasileña y, consecuentemente, para el consumidor».
«Imponer una franquicia de equipaje por pasajero ahuyenta el interés de las empresas aéreas internacionales y sofoca, todavía más, el potencial de la aviación comercial en Brasil, que ya posee uno de los combustibles más caros del planeta. Además representa un gran retroceso en relación a las mejores prácticas mundiales, dado que torna más caro los viajes, colocando al Brasil a contramano de su discurso de atraer más aerolíneas, incluso de bajo costo, hacia el país», agregaron.
«Los países que promuevan la aviación y modernicen las estructuras regulatorias y jurídicas, eliminando el exceso de regulación y proteccionismo, crearán condiciones ideales para el crecimiento de la industria, beneficiando a todos, tanto desde el punto de vista social como económico», concluyeron desde IATA.