El eclipse solar en primera persona: relato de un piloto que lo vio desde su oficina

Desde hace varios días estaba esperando que llegase el momento del vuelo, porque si bien cada uno tiene algo distinto que caracteriza a este trabajo como no rutinario, éste en particular nos dejaría disfrutar de un fenómeno que no se ve habitualmente.

Estaba previsto que ese fenómeno comenzara a las 16:30 del 2 de julio.

En Aeroparque estaba en uso la pista 31, cuya orientación (Noroeste) coincidía con la «caída» del Sol, y en este caso, por el horario, con el comienzo del eclipse.

El briefing de la operación incluyó las medidas preventivas para nuestra visión y cómo se desarrollaría el vuelo durante el eclipse.

En palabras más sencillas, como ninguno de los pilotos habíamos presenciado este fenómeno con anterioridad, conversamos sobre la forma de mitigar los efectos nocivos, la automatización del vuelo, concentrarnos en el vuelo por instrumentos, evitar vistas hacia el exterior sin la utilización de filtro protector, instrucciones operativas para los tripulantes de cabina, recomendaciones para los pasajeros, además de otros aspectos habituales de la operación. 

Las nubes sobre la Ciudad de Buenos Aires nos permitieron realizar las maniobras de rodaje y despegue sin la «molestia» del resplandor que se produce por el eclipse parcial.

Una vez despegados, conectamos el piloto automático con la altitud mínima permitida, para concentrarnos en el vuelo por instrumentos y evitar la mirada hacia el Sol.

Durante el ascenso y el vuelo de crucero, notábamos que el resplandor del Sol era mayor que otras veces.

Para mirar hacia el exterior por las ventanas de la cabina de vuelo, utilizamos unas lentes con filtros especiales certificados por las normas ISO.

El vuelo fue muy tranquilo, y realizamos un anuncio a los pasajeros sobre el fenómeno y las consecuencias que podría producir a la visión si era observado sin los filtros adecuados.

A las 17:42, se produjo el eclipse total y pudimos verlo desde nuestra «oficina».

 

Ninguna foto de las que vi publicadas reflejaron la realidad de lo que realmente presenciamos: un «círculo negro» con luz en todo su alrededor.

Pero en vuelo no se hizo «de noche», sino que disminuyó la luminosidad que produce el Sol, porque a más de 10 mil metros de altura, la vista hacia el horizonte es amplia y permitía ver más allá del ancho de la «ruta del eclipse».

El fenómeno duró dos minutos y nuevamente el brillo intenso del eclipse parcial se hizo presente en la cabina de vuelo.

Comenzamos el descenso hacia nuestro destino, cuando finalizaba el fenómeno, viendo cómo el Sol «se escondía» detrás de la Cordillera de los Andes.

Relato escrito para Aviacionline.com por https://twitter.com/GaboAir.

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