El 15 de noviembre pasado Rusia utilizó un misil, lanzado desde el Cosmódromo de Plesetsk (en el extremo noroccidental del país), para destruir un satélite soviético en desuso. La resultante nube de restos -hasta el día de hoy se han rastreado más de 1500- provocó que los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) deban colocarse los trajes de descenso y refugiarse en las cápsulas que se encuentran unidas al laboratorio, para, en caso de impacto, evacuar y regresar a la Tierra.
Esta no es la primera prueba de este tipo. China en 2007, Estados Unidos en 2008 e India en 2019 ya han realizado destrucciones de satélites (siempre propios) en órbita utilizando misiles lanzados desde la superficie del planeta. De los cientos de miles de fragmentos en órbita que se consideran una amenaza para la ISS, aproximadamente un tercio proceden de la prueba china. Y a la velocidad a la que viajan estos objetos en órbita (alrededor de 27.000 km/h) incluso los trozos más pequeños son una amenaza.
El problema de la basura espacial y el síndrome de Kessler
La basura espacial en órbita baja, compuesta en su mayor parte por fragmentos de menos de 10 centímetros, es la mayor amenaza para las operaciones espaciales, tripuladas o no. Esto quedó demostrado en 2009: el 10 de febrero, un satélite de comunicaciones de la empresa Iridium, lanzado en 1997, impactó contra un satélite militar de comunicaciones soviético en desuso. Ambas naves (Iridium 33 y Kosmos-2251) se pulverizaron producto del impacto, generando una nube de residuos que se mantiene mayormente en órbita.
El principal problema que generan estas colisiones son la posibilidad de que comience una reacción en cadena llamada síndrome de Kessler o cascada de ablación. Este fenómeno, propuesto por el científico de la NASA Donald Kessler en 1978, plantea un escenario en la que la densidad de objetos en órbita baja es lo suficientemente alta como para que las colisiones entre cuerpos causen «una cascada», en la que cada colisión genere desechos espaciales que aumenten la probabilidad de nuevas colisiones. De acuerdo a la NASA el problema podría acarrear desde dificultades para planificar los lanzamientos, con ventanas de tiempo muy reducidas, hasta la total imposibilidad de colocar satélites en órbita baja por décadas o, incluso, siglos.
Irresponsabilidad rusa y condena internacional
La última prueba rusa de un misil antisatélite (A-SAT) tuvo como objetivo a Kosmos 1408, un satélite soviético de inteligencia (ELINT) lanzado en septiembre de 1982. De acuerdo a lo informado por Sergei Shoigu, ministro de defensa ruso, el satélite fue destruido por un misil A235 Nudol lanzado desde el cosmódromo de Plesetsk, el mismo lugar del que, casi 40 años antes, había sido lanzado Kosmos 1408. De acuerdo al funcionario soviético, la destrucción «no generó amenaza alguna para la actividad espacial» ni de la ISS ni de otro satélite.
Estados Unidos no está de acuerdo con estos dichos de Shoigu. Ned Price, vocero del Departamento de Estado, confirmó que Kosmos 1408 fue destruido por una «imprudentemente prueba de un misil antisatélite de ascenso directo». En una rueda de prensa el 15 de noviembre, Price señaló que «la prueba ha generado más de 1.500 piezas de desechos orbitales rastreables. Además se han producido cientos de miles de piezas de desechos orbitales más pequeños -imposibles de rastrear- que ahora amenazan los intereses de todas las naciones». Añadió además que esto «aumentará significativamente el riesgo para los astronautas y cosmonautas de la Estación Espacial Internacional, así como para otras actividades de vuelos espaciales tripulados.»
El administrador de la NASA, Bill Nelson, agregó que se encuentra «indignado por esta acción irresponsable y desestabilizadora». Nelson señaló que la larga cooperación de Rusia con el programa de la ISS y su larga historia en vuelos espaciales tripulados «hace impensable este accionar. No sólo pusieron en peligro a astronautas estadounidenses sino también a sus propios cosmonautas». Los desechos, añadió, también amenazan a la estación espacial China Tiangong, actualmente en construcción.
El gobierno británico también se pronunció en contra de la prueba. «Este destructivo ensayo por parte de Rusia muestra un completo desprecio por la seguridad, la protección y la sostenibilidad del espacio», dijo el Secretario de Defensa Ben Wallace en un comunicado. «Los restos resultantes de esta prueba permanecerán durante años en órbita, poniendo en riesgo satélites y cápsulas».
Al repudio generalizado se sumó el gobierno francés. La ministra de defensa, Florence Parly, se manifestó en contra del accionar ruso señalando que «las naciones con capacidad espacial tienen la responsabilidad de no generar restos que puedan poner en peligro a astronautas y satélites».
Procedimiento de preparación para evacuar
A primera hora del 15 de noviembre, los siete astronautas a bordo de la ISS recibieron instrucciones de refugiarse en los vehículos Crew Dragon y Soyuz debido a una «nube de escombros», permaneciendo en sus vehículos durante unas dos horas. Desde entonces, esa nube de escombros se ha acercado varias veces a la estación, aunque no se ha informado de ningún daño. La tripulación de la estación reanudó algunas operaciones a lo largo del día, aunque algunas partes de la estación siguen selladas como precaución ante cualquier impacto.
Este procedimiento es estándar en la ISS: cuando el control de misión detecta desde la superficie algún escombro con potencial para impactar en el laboratorio orbital, le informa de esto a los astronautas. Una vez recibidas las instrucciones, los pasos generalmente son los mismos: se cierran las escotillas internas de la estación, los astronautas se colocan los trajes de descenso (en la estación se utiliza ropa común, ya que la atmósfera es idéntica a la de la Tierra) y posteriormente ingresan a las cápsulas que se encuentran amarradas, cerrando la escotilla y preparando todos los sistemas para una evacuación de emergencia. De acuerdo a la NASA, este procedimiento es raro y se utiliza «una vez cada dos o tres años»
La otra opción, más utilizada, es elevar o bajar la órbita de la estación. Cuando algún desecho considerado peligroso es detectado con anticipación por los modelos computacionales orbitales, se encienden los propulsores de la estación (ya sea los ubicados en el módulo Zvezda o los de alguna nave que se encuentre amarrada) para elevar o descender la órbita de la misma, generalmente por uno o dos kilómetros. Esta maniobra es generalmente realizada entre una y dos veces al año.