Tras semanas de intensa lucha, las tropas rusas recibieron la orden de abandonar el aeropuerto de Hostomel el 31 de marzo y se cree que se dirigirán a Bielorrusia para reagruparse.
Hostomel -también conocido como Aeropuerto Antonov- fue considerado clave en las primeras horas de la invasión a finales de febrero, y la lucha por controlar -y para las fuerzas ucranianas, por recuperar- el aeródromo tuvo un coste importante, tanto en personal como en equipamiento.
Uno de los activos más significativos destruidos en la campaña fue el An-225 «Mriya», dañado sin posibilidad de reparación por -según afirma Rusia- la artillería ucraniana.
La decisión de abandonar el aeródromo podría estar motivada por dos factores distintos: por un lado, la estrategia rusa parece estar cambiando hacia una «desescalada», aunque muchos analistas prefieren llamarla un simple reagrupamiento tras un mes de operaciones con una discutible relación coste/éxito.
El segundo factor podría tener en cuenta la amarga realidad de que la rápida invasión que era perfecta sobre el papel derivó en un movimiento de ocupación terrestre a gran escala que hace innecesario el control de Hostomel.
Las fuerzas rusas se desplegaron en helicópteros en Hostomel durante las primeras horas de la invasión, donde encontraron una fuerte resistencia. El control de las instalaciones estuvo en disputa durante al menos dos semanas, y Rusia logró consolidar su posición hace apenas unos días.
Funcionarios estadounidenses, basándose en informes de inteligencia e imágenes, confirmaron hoy que las tropas se dirigían a Bielorrusia. Citando «fuertes pérdidas» y problemas logísticos, la retirada del aeródromo podría implicar que el control de Kiev ya no forma parte del plan de Putin para Ucrania.
Aunque no es la primera operación militar en la historia del mundo con un importante costo en vidas y material por un objetivo que luego se descarta, una destrucción inútil del An-225 oscurecería aún más el sacrificio realizado por ambas fuerzas.
