Biden descarta el esquema de pintura propuesto por Trump para el nuevo Air Force One

Agustín Miguens

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La administración de Joe Biden decidió no adoptar el esquema de pintura rojo, blanco y azul propuesto por su predecesor en el cargo, Donald Trump, para los dos Boeing VC-25B que reemplazarán a los actuales aviones presidenciales (popularmente conocidos por su callsign, Air Force One).

De acuerdo con lo informado por POLITICO, un nuevo estudio demostró que el color azul oscuro que se pretendía utilizar podría causar problemas de sobrecalentamiento en algunos de los componentes de las aeronaves. La librea actual, utilizada desde la administración de John F. Kennedy, tiene tonalidades más claras en los motores y en el sector inferior del fuselaje.

Aspecto actual del Air Force One

Poco después de asumir su cargo, el presidente Trump se involucró personalmente en las negociaciones para el reemplazo de la flota presidencial. En febrero de 2017, anunció que su gobierno había logrado reducir el precio del contrato con Boeing en «más de mil millones de dólares». Poco después, el fabricante acordó un contrato de precio fijo con la Fuerza Aérea. De esa forma, la compañía sería responsable de cualquier sobrecosto.

Según fuentes de la Fuerza Aérea estadounidense, el nuevo esquema requeriría de modificaciones adicionales para enfriar algunos de los componentes. Los trabajos incrementarían el costo total. Por ese motivo, la Casa Blanca decidió descartar el esquema propuesto por Trump.

La decisión es una buena noticia para Boeing, que habría tenido que afrontar los costos derivados de las modificaciones para evitar el calentamiento. Aunque no se conoce el aspecto que tendrán las dos aeronaves, se estima que serían similares a los actuales aviones presidenciales.

Las idas y venidas en relación con el nuevo aspecto del Air Force One no son la única polémica en torno al reemplazo de la sucursal de la Casa Blanca en los cielos. En 2020, el precio de los manuales de los Boeing 747-8i modificados generó controversia y despertó suspicacias acerca de la relación entre el Estado y Boeing.

Según se desprende de los documentos del presupuesto para el año fiscal 2023, los aviones podrían no estar listos para volar hasta dentro de cuatro años. En ese caso, el reemplazo se produciría dos años más tarde que lo previsto inicialmente.

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