Hi Fly volvió a operar un Airbus A340 en la Antártida

Por segundo año consecutivo Hi Fly ha vuelto a utilizar uno de sus Airbus A340 para operar vuelos hacia la Antártida.

El Airbus A340-300 matrícula 9H-TQZ despegó desde Ciudad del Cabo a las 8:13 hora local del martes 2 de noviembre (5:58 UTC) para aterrizar cinco horas después en el aeródromo Wolf’s Fang tras recorrer 2.500 millas náuticas (unos 4.300 kilómetros).

Este aeródromo es el primero completamente privado de la Antártida. Tiene una pista de hielo de 2.500 metros de longitud y 60 metros de ancho. Sirve de puerta de entrada al Campamento Whichaway perteneciente a White Desert Limited, compañía de viajes turísticos de lujo.

Allí desembarcaron un número pequeño de turistas junto a científicos y carga esencial. La aeronave partió desde el continente blanco a las 14:45 UTC y aterrizó en Ciudad del Cabo a las 19:59 UTC.

El Airbus A340-300 9H-TQZ de Hi Fly en Ciudad del Cabo antes de partir hacia la Antártida (foto: White Desert Antartica)

En noviembre de 2021 el Airbus A340-300 matrícula 9H-SOL de Hi Fly se convirtió en la primera aeronave de esa familia en operar en la Antártida.

Las operaciones en Wolf’s Fang implican muchos desafíos. “La pista de hielo azul glacial es dura. Puede soportar un avión pesado sobre ella. Su profundidad es de 1,4 kms de hielo libre de aire duro. Lo más importante es que cuanto más frío esté, mejor. Las ranuras se tallan a lo largo de la pista con un equipo especial, y tras la limpieza y el tallado se obtiene un coeficiente de frenado adecuado; al tener la pista 3000 metros de longitud, aterrizar y detener un A340 tan pesado en ese aeródromo no sería un problema. Al menos no sobre el papel, ya que nunca un A340 ha aterrizado antes en el hielo azul del glaciar”, había narrado el año pasado el Capitán Carlos Mirpuri, encargado del primer vuelo.

Ver también: En primera persona: detrás del histórico primer vuelo de un A340 a la Antártida

El Capitán Mirpuri en la primera operación de un A340-300 en la Antártida, en noviembre de 2021.

“El reflejo es tremendo, y unas gafas adecuadas te ayudan a ajustar los ojos entre la vista exterior y la instrumentación. El piloto que no vuela tiene un papel importante a la hora de hacer los avisos habituales, además de los adicionales, especialmente en las últimas fases de la aproximación. No es fácil divisar la pista, pero en un momento dado tenemos que verla, ya que en WFR no existe absolutamente ninguna ayuda a la navegación y desde unas 20 millas debemos estar en contacto visual”, también comentó Mirpuri.

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