Lecciones de la guerra de Ucrania: a un año de su inicio y sin final a la vista

Gastón Dubois

guerra de Ucrania / War in Ukraine

Hoy se cumplió un año (tal vez solo el primero) del inicio de la guerra de Ucrania, que comenzó durante la madrugada del 24 de febrero del 2022 con una verdadera lluvia de misiles de crucero, balísticos y ataques de la aviación, sobre los centros de mando, arsenales, aeródromos, bunkers y sistemas de defensa aérea de Ucrania, precediendo a la invasión terrestre y a los asaltos helitransportados.

Luego de los rápidos avances de las fuerzas rusas durante las primeras semanas del conflicto, y posterior retirada ante el exitoso contrataque ucraniano, la situación en el frente está, hoy día, bastante estabilizada, sin grandes ganancias ni pérdidas territoriales para ninguno de los bandos.

La mayoría de las operaciones tienen lugar en el territorio del Dombass  y alrededores. La lucha sigue siendo cruel, mientras Rusia retoma esforzadamente la iniciativa y trata de alcanzar unos objetivos “de mínima” para satisfacer las demandas del Kremlin, las fuerzas ucranianas continúan oponiendo una férrea resistencia en vanguardia, y preparan en retaguardia nuevos combatientes y material fresco para tratar de reconquistar la iniciativa.

Es un momento de cierta pausa, donde ambos bandos parecen estar “tomando aire” para preparase para la siguiente fase de este conflicto, que derivó en una guerra de desgaste, con un final que aún no se vislumbra. Y por tanto, es un buen momento para intentar realizar un análisis de las características, tácticas y formas de empleo de los sistemas de armas utilizadas en el frente, porque la guerra en Ucrania tienen ciertas características diferenciales que la destacan de los demás conflictos armados contemporáneos.

Una guerra moderna con elementos clásicos

En los campos de batalla ucranianos podemos ver tácticas tan clásicas como el uso generalizado de posiciones fortificadas y trincheras, al mismo tiempo que se utilizan todo tipo de medios no tripulados para acosar y debilitar a los soldados que las ocupan.

Se utilizan medios blindados y piezas de artillería de los años 60 en adelante, pero muchos de sus blancos son seleccionados mediante el uso de drones o por los más avanzados sistemas de inteligencia electrónica.

Los medios antiaéreos utilizados por Ucrania son también una mezcla de equipos, algunos con 40 o 50 años de antigüedad, junto a otros tan modernos que llevan poco tiempo desplegados en los ejércitos de los países occidentales que los cedieron. Y todos ellos fueron demostrando el suficiente grado de efectividad, como para producir una seria cantidad de derribos de aeronaves rusas y forzar un cambio de tácticas.

El Afganistán europeo

Lo que Rusia comenzó llamando “operación especial militar”, con la esperanza de transformarlo en una victoria rápida y contundente, que pudiera presentar al mundo como un hecho consumado, se terminó por convertir en una guerra que cumplió su primer año de furiosa vida. Y esto es así en gran medida, por la creciente intervención militar de los países occidentales y de la OTAN en particular.

Esta intervención a favor de Ucrania se fue dando en la forma de asistencia militar, puesta en disponibilidad de grandísimos recursos de inteligencia, asesoramiento experto, entrenamiento para los nuevos combatientes ucranianos, etc. Sin esta ayuda, pese al esfuerzo y valor demostrado por los defensores, es claro que Kiev ya habría capitulado hace tiempo.

La dinámica misma de este conflicto y los diversos intereses en juego de un lado u otro, terminaron por transformar a Ucrania en el campo de batalla en el cual Rusia lleva un año estancado, en el cual se libra una guerra proxy entre el bloque occidental y el bloque oriental. Y esta configuración es cada día más patente.

La guerra al alcance de la mano

Por darse en la era de las comunicaciones digitales y en un país europeo, esta es la guerra con mayor repercusión a nivel global de las últimas décadas. La información (y la propaganda), están al alcance de la mano de la gran mayoría de la población mundial, gracias a la telefonía celular. Y esto es en sí también un arma más del arsenal disponible.

Hay infinidad de material documental audiovisual del devenir del conflicto, actualizado minuto a minuto, y disponible para todo el mundo en las varias redes sociales donde soldados y civiles (principalmente ucranianos) suben las evidencias de sus victorias o las consecuencias de las acciones del enemigo. Gracias a ello pudimos ver cómo fueron evolucionando las tácticas de cada bando a media que entraban en escena medios novedosos, como los misiles anti-carro Javelin, los misiles de crucero y balísticos rusos más modernos, los lanzacohetes HIMARS o los diferentes sistemas no tripulados.

Algunas lecciones clave de la guerra en Ucrania

Las características mencionadas, tanto modernas como clásicas, en su combinación sobre el campo de batalla ucraniano; y el fácil acceso a la información provista por las redes sociales (claramente con un sesgo pro-ucraniano, por ser quienes más material suben), hacen que sea interesante, útil y necesario, tratar de sacar algunas conclusiones y lecciones de esta guerra, ya que probablemente anticipa la forma que adoptarán los conflictos de alta intensidad en los años por venir.

Conseguir el dominio aéreo lleva tiempo

El ataque por tierra y los golpes de mano de fuerzas helitransportadas (como la toma del aeropuerto de Hostomel cerca de Kiev) fue precedido por un ataque masivo de medios aéreos y misiles rusos, que lograron noquear momentáneamente a la defensa aérea ucraniana en los primeros días del conflicto. Sin embargo, la clara superioridad aérea rusa no fue debidamente explotada conforme pasaron las semanas y meses de la guerra.

Si bien muchas bases aéreas, medios anti-aéreos y centros de mando fueron dejados fuera de servicio, la destrucción infringida no fue tan grande como para neutralizar la capacidad de respuesta ucraniana. Rusia no le dedicó el tiempo y los recursos necesarios a conseguir el dominio aéreo. No todas los aeródromos fueron atacados, y los que sí lo fueron, no lo suficiente para dejarlos inoperables. Sistemas de defensa área de largo alcance como los S-300 heredados por Ucrania de la era soviética, fueron blanco prioritario, pero los sistemas de mediano y corto alcance móviles son objetivos difíciles de cazar y pudieron seguir operando hasta el día de hoy, convirtiéndose en una espina en el costado de la Fuerza Aérea Rusa (VVS).

Si bien los cazas de superioridad aérea Su-35 rusos portan misiles anti-radar Kh-31P Kripton, su efectividad como medio de supresión de defensas aéreas (SEAD/DEAD) no es equiparable a la de los avanzados sistemas dedicados, como el EA-18G Growler norteamericano. No es casualidad que se estén proyectando versiones del Eurofighter y del Rafale, con capacidades análogas a las del caza norteamericano.

Su-35 Kh-31P
Su-35 ruso armado con misiles aire-aire y un misil anti-radar Kh-31P, una configuración común para las patrullas de combate aéreo sobre Ucrania.

Aún más, los aviones de combate ucranianos que sobrevivieron, acercándose a sus objetivos a muy baja cota, siguen prestando apoyo a los defensores en tierra. Esto podría evidenciar que Rusia no posee un adecuado número de aviones de alerta temprana y control aerotransportado (AEW&C) operativos sobre el teatro de operaciones, caso contrario, la mayoría de los aviones atacantes ucranianos podrían haber sido detectados y neutralizados a tiempo.

Los medios aéreos y satelitales de inteligencia, de los que la OTAN tiene muchos y cuya información ayuda cotidianamente a multiplicar la efectividad de las acciones bélicas ucranianas, son primordiales multiplicadores de fuerza en la guerra moderna. Rusia, por su parte, parece también estar en significativa desventaja en esta materia, porque no pudo aprovechar su superioridad aérea para cazar y destruir los aviones ucranianos que se despliegan utilizando tácticas de operaciones dispersas (algo en lo que el Gripen se destaca), ni muchas de las concentraciones de tropa y medios terrestres del enemigo.

Por tanto, una de las lecciones es que establecer la superioridad aérea sobre el campo de batalla requiere de acciones bélicas continuadas en el tiempo y el empleo de medios especializados que permitan una disminución perdurable de la capacidad de defensa aérea del adversario.

El gran riesgo de bolar bajo

Aun si se consigue la superioridad aérea sobre el teatro de operaciones (algo que no está al alcance de cualquier Fuerza Aérea, salvo las mejor equipadas), queda el innegable peligro que representa la proliferación de los sistemas de misiles anti-aéreos de lanzamiento desde el hombro (MANPADS).

Los sistemas de misiles anti-aéreos portátiles son una herramienta indispensable de la defensa de baja cota, diseñadas para ser, junto con las armas de tubo, la última línea defensiva contra las aeronaves enemigas, dentro de una estructura de defensa aérea integrada de varios escalones. Los helicópteros y aviones de ataque a tierra rusos se mostraron particularmente vulnerables a estas amenazas, por su necesidad de operar a baja cota, bien dentro del rango efectivo de estas armas.

La mayoría de las aeronaves rusas derribadas cayeron víctimas de los MANPADS desplegados por los soldados ucranianos. Incluso resultaron armas efectivas para derribar misiles de crucero, drones y municiones merodeadoras.

El peligro de operar por debajo de los 5.000 metros (que suele el techo máximo que alcanzan los MANPADS modernos) junto al escaso tiempo de reacción que dejan a la aeronave atacada para defenderse, forzaron a los aviones y helicópteros rusos a realizar cambios doctrinales que incrementaron sus chances de supervivencia, pero disminuyeron drásticamente su efectividad en combate.

Su-25 ruso, alcanzado por un MANPADS, que logró regresar a su base.

Ante un enemigo que despliega suficientes medios de defensa área de baja cota, resulta indispensable que la aviación de combate cuente con municiones de precisión de gran alcance y medios de detección y puntería ópticos adecuados, a fin de poder atacar las posiciones enemigas desde distancias (y altitud) de relativa seguridad.

Por otro lado, las Fuerzas de Autodefensa de Japón también extrajeron lecciones de la guerra en Ucrania, lo que los condujo a replantarse la validez de los helicópteros de ataque y observación en los futuros escenarios bélicos -dada la gran efectividad que mostraron los MANPADS contra este tipo de aeronaves- por lo que están considerando seriamente reemplazarlos por sistemas aéreos no tripulados (UAS)

Los drones llegaron para quedarse

Si bien las experiencias en el norte de Siria y la guerra en el Nagorno Karabaj pusieron de manifiesto su importancia creciente en los conflictos modernos, el uso que hicieron las fuerzas ucranianas de los medios no tripulados demuestra que se convirtieron en sistemas de armas esenciales, y en poderosos multiplicadores de fuerzas.

drones en la guerra de Ucrania
El sistema Bayraktar TB2 turco alcanzó gran renombre en manos de operadores ucranianos.

Drones de todo tipo, tanto militares como civiles, fueron utilizados con gran efectividad para obtener inteligencia, destruir equipo y maquinaria de guerra (normalmente mucho más cara que el propio dron) y para acosar a las tropas rusas, que ya no se podían sentir seguras ni en sus propias trincheras, tanto de día como de noche.

Mas aún, durante este conflicto se registraron usos novedosos que los ucranianos hicieron con sus drones, como la primer misión exitosa anti-superficie realizada por una aeronave no tripulada, o  la primera misión de búsqueda y rescate (SAR) realizada por un dron ucraniano, para recuperar otro dron caído, o el primer combate aéreo entre drones.

Incluso Rusia tomó nota de la efectividad que estos medios mostraron contras sus fuerzas, y comenzaron a implementarlos. De particular relevancia cabe mencionar la importación de grandes números de municiones merodeadoras de origen iraní para atacar infraestructura crítica, o la llegada al campo de batalla del Lancet, una munición merodeadora rusa que se está mostrando efectiva en la destrucción de medios blindados, artillería y sistemas de defensa aérea ucranianos.

Los sistemas no tripulados vienen demostrando, particularmente en Ucrania, que resultan herramientas indispensables en el actual campo de batalla, dada su inigualable relación costo/beneficio, accesibilidad (como los Bayraktar TB2 adquiridos con dinero donado por la población lituana) y adaptabilidad de empleo. A diferencia de los grandes sistemas de armas tradicionales, como aviones de ataque, de reconocimiento o helicópteros, que son caros de adquirir y operar, los drones representan una tecnología disruptiva porque están al alcance de la mayoría de las fuerzas combatientes y otorgan muchas capacidades a un bajo costo, a la vez que optimizan el empleo de las armas existentes.

Inteligencia, mando y control y comunicaciones

Los medios de obtención de inteligencia enemiga representan el “multiplicador de fuerzas” por excelencia, y si hay un aspecto en el que las Fuerzas Armadas ucranianas destacan por sobre las rusas, es en el apartado de acceso veloz a grandes volúmenes de información de inteligencia.

La OTAN puso a disposición de Kiev multitud de sistemas de recolección de inteligencia de todo tipo, y con ella, a gran número de analistas que trabajan día y noche para anticipar los movimientos de las fuerzas rusas, así como para encontrar y explotar sus vulnerabilidades. Armados con estos conocimientos, asistidos por asesores militares de la OTAN y reabastecidos por un creciente afluente de sistemas de armas occidentales modernas, como los HIMARS, municiones merodeadoras, etc., los defensores ucranianos pudieron resistir el embate ruso, reagruparse y contratacar con una efectividad sorprendente.

RC-135 Rivert Joint SIGINT
Los RC-135 Rivert Joint, de inteligencia de señales (SIGINT) patrullan los cielos alrededor de Ucrania, desde el inicio de la guerra.

Desde el ciudadano de a pie que con su teléfono móvil filma y sube a las redes sociales los movimientos de las tropas que pasan por su vecindad, pasando por los medios aéreos que registran las comunicaciones y señales de radar enemiga, hasta los satélites de observación de millones de dólares que circunvalan la Tierra, la captación de información de inteligencia es una actividad que se desarrolla en todos los dominios (espacial, cibernético, electrónico, etc.) y una vez procesada, permite a los mandos militares tomar las decisiones que resulten en el empleo más rentable de sus fuerzas.

A modo de cierre

Los aspectos mencionados arriba representan solo algunas de las muchas aristas que se pueden analizar del escenario complejo que ofrece la guerra de Ucrania. Y sin duda son muchas más las lecciones que los analistas militares estarán extrayendo de este conflicto, durante años. Pero intenté presentar las que me parecieron más relevantes, ya que en Ucrania se da una combinación de elementos (tanto de medios como de tácticas) representativos de guerra clásica como moderna, que seguramente influyan significativamente en las políticas de adquisiciones, la doctrina y la conformación de las fuerzas armadas del futuro.

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