La búsqueda de la eficiencia económica dentro de los parámetros de una operación sustentable es un desafío enorme que la industria aeronáutica está encarando con cada vez más vehemencia.
En el Día Internacional Contra el Cambio Climático hablamos con Andrés Muñoz, Gerente de Gestión Ambiental de avianca, y en la charla tocamos varios temas que tienen como centro el esfuerzo que implica un cambio de paradigma alrededor de la sostenibilidad hacia adentro y hacia afuera de una aerolínea.
– Andrés, ¿cómo ves a avianca hoy en el desafío de ir encontrando nuevas eficiencias desde lo operacional sin descuidar lo ambiental?
– En cuanto a nuestra flota, tenemos varios aspectos clave a considerar. En avianca, contamos con una de las flotas más jóvenes de la región, con tecnología de punta en motores y aeronaves, lo que se traduce en una prioridad fundamental: la reducción de emisiones.
El segundo frente en el que nos destacamos se relaciona con un área de combustibles, que se encuentra a la par de los estándares globales. Esto se centra principalmente en el ahorro de combustible, lo que tiene un impacto positivo en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque este enfoque nos ha planteado desafíos, sus beneficios ambientales son notables.
Una estrategia adicional que hemos implementado está relacionada con la reconfiguración de nuestras aeronaves. Hemos incorporado más asientos en cada avión, lo que ha resultado en una reducción del 15% en las emisiones por pasajero transportado.
En los casos en los que no podemos reducir las emisiones directamente, las compensamos: este año hemos compensado aproximadamente 332,000 toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale al 73% de todas las emisiones generadas en Colombia y alrededor del 15% de las emisiones totales del grupo avianca.
También hemos colaborado en proyectos certificados en diversas áreas, como energías renovables, conservación de ecosistemas y reforestación. Por ejemplo, tenemos proyectos destinados a proteger ecosistemas estratégicos en colaboración con comunidades locales.
Y principalmente está el SAF. El Combustible de Aviación Sostenible es la estrategia con mayor potencial para reducir emisiones en la aviación de Latinoamérica, aunque Europa y Estados Unidos llevan ventaja en su desarrollo. En Colombia estamos avanzando rápidamente, y el gobierno lidera esfuerzos -en los que avianca participa- para posicionarnos como un hub de desarrollo y producción en la región.
Apoyamos esta iniciativa gubernamental y creemos que nuestro enfoque no debe ser el de importar, sino el de exportar estos combustibles. Sin embargo, es esencial que el SAF no incremente los precios de los tiquetes para los pasajeros en nuestras regiones.
– Parafraseando a Churchill, el SAF es una respuesta mala, pero es la mejor que tenemos. El SAF es sensiblemente más caro de producir, y si la idea es no trasladar ese costo al pasajero, dónde se encuentra el equilibrio?
– El núcleo de nuestra conversación con diferentes entidades se centra en la promoción de Latinoamérica, y en particular Colombia, como productores de SAF. Sin embargo, una particularidad de nuestra geografía es la dependencia del transporte aéreo, especialmente en zonas remotas.
Aunque las grandes ciudades no enfrentan este problema, las áreas alejadas carecen de infraestructura terrestre adecuada, como buenas carreteras o vías férreas. Por lo tanto, la única conexión viable es a través del transporte aéreo.
El Gobierno tiene iniciativas para hacer el transporte más accesible para los campesinos. A nivel mundial, el SAF maneja costos que son entre 3 y 6 veces mayores por galón en comparación con otros estándares. Nuestra petición a las diferentes entidades es considerar las ventajas competitivas de Latinoamérica.
A diferencia de Europa y Estados Unidos, podemos producir durante todo el año. Contamos con materias primas disponibles para biocombustibles de primera y segunda generación, como el aceite de palma. Es esencial producir de manera responsable, buscando un equilibrio para asegurar costos razonables y evitar trasladar sobrecostos al usuario final. El transporte es fundamental en nuestra región y debe ser accesible.
– ¿Cómo logran conciliar los marcos regulatorios e iniciativas de cada filial para beneficiar al grupo?
– Lamentablemente, en otras regiones donde operamos, el desarrollo no es tan avanzado. Las aerolíneas europeas tienen mayor poder adquisitivo y están adquiriendo biocombustible en grandes cantidades. Debemos trabajar con diferentes gobiernos para que Latinoamérica se convierta en un hub de producción y no solo importadores. En Colombia, ya estamos viendo avances positivos. La clave es encontrar una solución costo-eficiente.
– Respecto a las estrategias de compensación de carbono, más allá de la eficiencia operacional, ¿qué porcentaje de compensación están manejando actualmente y cuál es el objetivo de máxima?
– Gracias a buenas prácticas y avances en aeronaves, hemos reducido significativamente nuestras emisiones, pero el volumen de lo que tenemos que compensar todavía es alto. La clave es cambiar los combustibles que usamos. Como te decía, compensamos el 73% de nuestras emisiones en Colombia y el 15% a nivel de grupo. Esta inversión no solo es significativa a nivel ambiental, sino que también tiene un impacto social positivo en regiones vulnerables, para conservar ecosistemas estratégicos en la región.
Es un esfuerzo que valoramos y queremos mantener o incluso incrementar. Adicionalmente, estamos evaluando el modelo Corsia para la compensación obligatoria de emisiones en vuelos internacionales y estamos viendo cómo podemos adaptarnos en el futuro.
– En relación con la ecoeficiencia y los proyectos regionales de impacto local, hay diversas iniciativas de Avianca para apoyar las economías locales y la gestión de residuos. ¿Cuál ha sido el impacto de estas acciones en la estrategia ambiental de Avianca?
– El impacto ha sido significativo y gratificante, Pablo. Estos proyectos tienen un doble beneficio: ambiental y social. Por ejemplo, en Colombia y Ecuador, colaboramos con fundaciones que atienden a poblaciones vulnerables. En Colombia, trabajamos con madres solteras que han estado con nosotros durante casi 5 años. Gracias al reciclaje, estas mujeres pueden brindar educación a sus hijos y mejorar su calidad de vida. Esta iniciativa ha ayudado a nuestros colaboradores a comprender el valor de acciones simples, como la separación de residuos.
También tenemos alianzas con gestores especializados en dispositivos eléctricos y electrónicos. Una de estas alianzas apoya el proyecto «Banco de hilos» en La Guajira, una región con alta vulnerabilidad en Colombia. A través de este proyecto, ayudamos a las madres locales a obtener ingresos justos por su trabajo artesanal. Parte del dinero que obtenemos por el manejo correcto de los residuos electrónicos se destina a estas comunidades, asegurando que reciban una compensación adecuada por su trabajo.
– Claro, creo que un impacto adicional, aunque no menor, es el efecto colateral positivo de mostrar a estas poblaciones el movimiento ambiental y sus beneficios tangibles. A menudo, lo que encuentro complejo en comunicar sobre estrategias ambientales es su intangibilidad. ¿Cómo hacerlo tangible para la gente? Es crucial, ¿verdad?
– Totalmente. Hemos modificado nuestra forma de comunicar. Antes proporcionábamos datos como las toneladas de residuos recogidos, sin mostrar el impacto real que esto tenía. Ahora, el foco principal son las personas que se benefician directamente de estas acciones ambientales, especialmente las más vulnerables. Las destacamos para que todas nuestras partes interesadas se sientan emocionalmente conectadas, impulsándonos a mejorar constantemente. Es un enfoque realmente emotivo y poderoso.
– Retomando nuestra conversación sobre la estrategia de flota, me surge una curiosidad. La reducción del menú a bordo, ¿tiene un impacto beneficioso? Menos peso, menos residuos. ¿Adoptar un servicio a la carta fue ventajoso en ese sentido?
– Exacto. Si hablamos de sostenibilidad en tres ejes: económico, social y ambiental, este es un claro ejemplo. Como mencionas, hemos reducido considerablemente la generación de residuos de plástico de un solo uso. No hemos llegado a cero, hay procesos, especialmente para garantizar la inocuidad, donde necesitamos usar plástico. Pero la reducción es notable. Y sí, menos peso en un avión significa menos consumo de combustible y menos emisiones.
– Durante la pandemia, imagino que hubo un incremento en el uso de plásticos desechables, ¿cómo fue esa etapa?
– Durante la pandemia, hubo un enfoque en la seguridad y, por ende, un incremento en el empaque de productos. Todo estaba sobre-empacado. También aumentó el uso de elementos de protección personal. Esto resultó en un mayor volumen de residuos de plástico. Sin embargo, otras áreas, como nuestros hangares de mantenimiento, nunca cesaron sus operaciones, y logramos mantener un equilibrio en nuestras emisiones y generación de residuos.
– En sus MRO, la estrategia es clara: optimización.
– Claramente. Hemos logrado la certificación ISO 14001, y estamos certificados en el MRO de Rionegro, en nuestros centros administrativos en Bogotá, Quito y El Salvador, así como en nuestras áreas de mantenimiento.
Cada día, nuestro equipo demuestra una mayor conciencia ambiental y siempre están proponiendo ideas e iniciativas innovadoras. Me ha sorprendido en más de una ocasión la capacidad de respuesta y creatividad de nuestro personal en Avianca, incluso durante las auditorías.
Uno de nuestros logros destacados es un hangar de mantenimiento que está a la par de los mejores del mundo. Además, este hangar fue certificado como LEED Gold, siendo el único fuera de Estados Unidos con dicha certificación, lo que indica su compromiso con la construcción sostenible.
Adicionalmente, contamos con paneles solares en el techo de nuestras instalaciones, que proveen entre el 29% y el 40% de la energía total que necesitamos anualmente para el mantenimiento de aeronaves. Esta energía solar no solo reduce nuestro impacto ambiental, sino que también ofrece beneficios económicos, evidenciando la importancia de la sostenibilidad en todos los aspectos de nuestro negocio.
– El área de gestión ambiental de una compañía aérea cuyo principal objetivo es ganar dinero, ¿puede alejarse de eso o debe también perseguir este fin?
– Estamos alineados con los objetivos de la empresa. Con proyectos como los que hemos discutido, buscamos ganar dinero, pero también implementar iniciativas ecoamigables. Siempre evaluamos la relación costo-beneficio de estos proyectos, no sólo desde una perspectiva económica, sino también en términos de valor añadido para las partes interesadas. Esto es similar a cuando, en nuestras casas, decidimos implementar prácticas más ecológicas para ahorrar en el consumo de energía o agua.
– Entiendo, pero en casa también hay gastos asociados, como separar residuos o comprar bolsas específicas. A largo plazo, esto podría redundar en ahorros económicos, pero lleva tiempo amortizar ese gasto inicial. Además, imagino que en el pasado hablar de una agenda verde en una aerolínea podía parecer un tanto ilusorio.
– Hace años no era sencillo. Las primeras certificaciones ISO 14000, por ejemplo, fueron un desafío. Pero con el tiempo, la organización comenzó a ver que las prácticas ambientales pueden impactar positivamente en lo económico y en la imagen de la empresa. Muchos empleados se sienten orgullosos de las iniciativas ecoamigables, ya que contribuyen no solo al medio ambiente, sino también a la salud financiera de la compañía, especialmente tras las dificultades económicas que enfrentó Avianca.
– ¿Cuánto cuesta cambiar la cultura en una compañía de 100 años? ¿Cómo lograr que adopten nuevos métodos?
– Cambiar la cultura de una empresa requiere trabajo constante. Cuando alguien nuevo se une a nuestro equipo, le pregunto sobre su capacidad para manejar la frustración. Diariamente enfrentamos desafíos, pero cuando vemos resultados, es muy gratificante. Recuerdo una auditoría donde un líder, con quien tuvimos problemas previamente, demostró un entendimiento completo sobre los impactos ambientales.
Ver esos cambios, después de más de 100 años haciendo las cosas de cierta manera, es emocionante. Aunque no fue fácil, hoy las áreas de la empresa nos buscan activamente para colaborar en proyectos ambientales.
– Es impresionante cómo ha cambiado la dinámica. Antes, quizá tenías que esforzarte por conseguir colaboradores para tus proyectos, y ahora te buscan activamente.
– Exacto. La motivación para contribuir al bienestar ambiental en nuestra compañía es alta. Además, hemos estado trabajando en proyectos de voluntariado ambiental. Por ejemplo, en El Salvador liberamos más de 300 tortugas y sembramos árboles en un manglar, un ecosistema que absorbe cinco veces más CO2 que un ecosistema terrestre. Fue una experiencia muy gratificante, y estamos enfocando ese voluntariado a líderes ambientales.
A pesar de algunos desafíos inesperados, como el nivel de inundación en el manglar, el equipo estaba dispuesto a colaborar. Estaban entusiasmados, trabajando bajo el sol, plantando árboles y comprometidos con la causa.