Tras una década de desarrollo y varios contratiempos, la misión Starliner de Boeing lanzó su primer vuelo de prueba tripulado este miércoles.
Despegue histórico
El nuevo viaje inaugural de la nave espacial con humanos a bordo despegó a las 11.52 (hora argentina) desde la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral en Florida, montada en un cohete Atlas V. El evento se transmite en vivo en el sitio web de la NASA.
La misión, denominada Crew Flight Test, es la culminación de los esfuerzos de Boeing por desarrollar una nave espacial que rivalice con la cápsula Crew Dragon de SpaceX y amplíe las opciones de Estados Unidos para transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional en el marco del Programa de Tripulación Comercial de la NASA. La iniciativa de la agencia federal pretende fomentar la colaboración con socios de la industria privada.
Boeing Starliner es el sexto tipo de nave espacial construida en Estados Unidos en llevar astronautas de la NASA, después de los programas Mercury, Gemini y Apollo en las décadas de 1960 y 1970, el Transbordador Espacial de 1981 a 2011 y el Crew Dragon de SpaceX a partir de 2020.
Pruebas críticas
Los astronautas, Butch Wilmore y Suni Williams, pasarán poco más de 24 horas viajando a la Estación Espacial Internacional (EEI) y se encargarán de poner el Starliner a prueba, lo que incluye tomar control manual de la nave espacial en su camino a la EEI. Williams también podría hacer historia como la primera mujer en volar en una misión de este tipo.
Durante sus ocho días en la plataforma, la tripulación llevará a cabo más pruebas, como simular si la nave puede ser usada como un refugio seguro en caso de problemas en el puesto orbital. Tras desacoplarse, Starliner entrará de nuevo en la atmósfera y realizará un aterrizaje asistido con paracaídas y airbag en el oeste de Estados Unidos.
Contratiempos y retos
Los problemas técnicos han causado la cancelación de intentos de lanzamiento anteriores: uno el 6 de mayo y otro el 1 de junio. De esta forma, Boeing espera que la tercera sea la vencida hoy si su nave espacial llega a la EEI. El último intento de lanzamiento, el sábado pasado, fue dramáticamente abandonado con menos de cuatro minutos en la cuenta regresiva, cuando la computadora de lanzamiento en tierra se detuvo automáticamente. Más tarde, se determinó que el problema se debió a una fuente de alimentación defectuosa conectada a la computadora.
Una válvula defectuosa en el cohete del grupo United Launch Alliance (ULA), la empresa conjunta formada por Boeing y Lockheed Martin, frustró un intento previo el 6 de mayo, horas antes del despegue. En ambos casos, los astronautas de la NASA, Wilmore y Williams, estaban preparados para el lanzamiento pero se vieron obligados a regresar a sus estrictas cuarentenas en sus camarotes.
El problemático programa espacial de Boeing ha enfrentado años de retrasos y adversidades. Una misión exitosa le daría un respiro necesario de las preocupaciones relativas a la seguridad que rodean sus aviones de pasajeros. Por su parte, la NASA busca certificar a Boeing como un segundo operador comercial para transportar sus tripulaciones a la EEI. SpaceX, de Elon Musk, ha estado desempeñando este rol durante los últimos cuatro años.
Ambas compañías recibieron contratos multimillonarios en 2014 para desarrollar sus cápsulas tripuladas y pilotadas de forma autónoma, después de que en 2011 llegara a su fin el programa del Transbordador Espacial y Estados Unidos quedó temporalmente dependiente de cohetes rusos para realizar sus viajes. Boeing, con sus 100 años de historia, fue inicialmente favorecida frente a su entonces advenedizo competidor, pero su programa se fue quedando atrás.
Los contratiempos han sido variados, desde un fallo en el software que puso a la nave espacial en una mala trayectoria en su primera prueba no tripulada, hasta el descubrimiento de que la cabina estaba llena de cinta de aislamiento eléctrico inflamable tras la segunda.
Mientras los equipos trabajaban en reemplazar la válvula defectuosa del cohete que pospuso el intento de lanzamiento previo, salió a la luz una pequeña fuga de helio en uno de los propulsores de la nave espacial. En lugar de cambiar su sellado, lo que requeriría desarmar el Starliner en fábrica, funcionarios de la NASA y Boeing consideraron que era lo suficientemente seguro para volar tal como está.
Si la misión de Starliner tiene éxito, marcará un importante paso adelante para Boeing y su programa espacial, ya que proporcionará una opción adicional para el transporte de astronautas de la NASA y disminuirá la dependencia de Estados Unidos en SpaceX para estas misiones cruciales.