Pájaros que salvan pájaros: Una historia detrás de la cola del avión número 40 de JetSMART

Pablo Díaz (diazpez)

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CC-DIM Airbus A320neo JetSMART Cardenal Amarillo

Me parece imprescindible comenzar con una confesión: este artículo prácticamente se escribió solo. A medida que vayan leyendo irán viendo por qué, pero tal vez alcance por ahora con dejar constancia de que la vida está llena de maravillosas coincidencias.

Muchas veces, como parte fundamental del oficio del periodista, hay que salir a buscar estas alineaciones de planetas, pero en contadas ocasiones se presentan directamente en la puerta de casa. O, todavía mejor, trascienden el umbral de la puerta y conviven con nosotros. Y ahí es cuando uno se convierte en el canal de una historia que ya existe.

El Cardenal Amarillo es un ave que habita en 13 de las 23 provincias de Argentina, y también en Uruguay y Brasil. Además de su particular belleza, un tono amarillo con detalles en negro para los machos, es muy buscado por su canto. 

Cuando algo es buscado, alguien está dispuesto a pagar por él. Y por eso, hay alguien dispuesto a arrancarlos de su hábitat para traficarlos. El desmonte y el tráfico ilegal de Cardenales Amarillos lo puso en peligro de extinción: así fue declarado en 2010, y a partir de la necesidad de protegerlo nace un proyecto que permite rescatarlos del tráfico y devolverlos a su hogar. Personas que ponen sus manos para rescatar pájaros de otras personas. 

La Alianza Cardenal Amarillo es un proyecto conjunto público-privado que sostienen la Fundación Temaikén y Aves Argentinas, y nuclea al LEyCA (Laboratorio de Ecología y Comportamiento Animal) de la Universidad de Buenos Aires, la Unidad de Genómica del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular – IABIMO (CONICET-INTA), el Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas – CICVyA (INTA), el Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires, la Fundación Félix de Azara y el Aviario La Plata.

Además del apoyo de la Secretaría de Ambiente de la Nación, a través de la Brigada de Control Ambiental, en la provincia de Buenos Aires son aliados clave la Dirección de Flora y Fauna del Ministerio de Desarrollo Agrario y la Dirección de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente. 

En Entre Ríos, la Alianza recibe el apoyo de la Dirección de Áreas Naturales Protegidas (dependiente de la Secretaría de Ambiente), la Dirección General de Fiscalización (dependiente de la Secretaria de Producción), la Dirección de Recursos Naturales (organismo de la Secretaría de Agricultura y Ganadería), el Municipio de Federal, el Centro de Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la Producción CICYTTP (CONICET-UADER). 

Todos estos organismos, y las personas que los conforman, trabajan incansablemente para perfeccionar los procesos y metodologías que mejoran las chances de supervivencia de los animales silvestres que son reincorporados a su hábitat. Como con todo en la ciencia, el camino está plagado de experiencias de prueba y error. Intentar, hasta lograr el éxito.

“El camino de la Alianza inició en 2017, bajo un programa del Ministerio de Ambiente que se llamó Extinción Cero, en el que se priorizaron siete especies en peligro. Ahí nos autorizaron a trabajar con el Cardenal Amarillo y devolverlo a la naturaleza, porque antes no siempre se devolvían”, me cuenta Alicia de la Colina, doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires y coordinadora del Proyecto Cardenal Amarillo de Fundación Temaikèn. “Lograr que nos autoricen devolver los animales al ambiente fue un cambio abismal, que logramos gracias a mucho trabajo, porque el mito era que un ave que había vivido en jaula no iba a sobrevivir si era devuelto a la naturaleza.”

Prueba y error

“Entonces dijimos “confirmemos que no sobreviven, pongámosle radiotransmisores a los cardenales”, continúa De la Colina. “No nos fue bien en esa primera liberación: en las primeras 72 horas habíamos perdido casi todos los ejemplares. Pero sirvió para disparar preguntas: ¿cuál fue la causa de muerte? ahí descubrimos que eran los predadores.”

“Al año siguiente, después de haber trabajado mucho la cuestión de los predadores, si eran aéreos o terrestres, si eran cazados de noche o de día… fuimos haciendo ajustes y diseñamos un procedimiento para activar el comportamiento de los cardenales, “recordándoles” que deben huir de sus predadores naturales. Con esos ajustes, la pérdida por predación fue menor al 30%.”

Otra cuestión fundamental en esa supervivencia es el lugar de liberación: De la Colina me cuenta que tras un trabajo de campo de tres meses pudieron identificar que el lugar donde liberaron esas primeras camadas no era el ideal para que el cardenal pudiera reproducirse y conservar a sus pichones.

“La pareja construía su nido, defendía su territorio y ponía sus huevos, pero en los campos aledaños adonde liberábamos los cardenales se hacía ganadería de feedlot, y donde se realiza ese tipo de ganadería, se asienta el Tordo Renegrido, una especie que se caracteriza por el parasitismo de cría [una estrategia reproductiva en la que los tordos depositan sus huevos en los nidos de otras especies. En este caso, en los de los cardenales]. En una campaña que seguía unas 17 parejas de cardenal amarillo no nació ninguna cría y en un nido se llegaron a encontrar 15 huevos parásitos, lo que nos llevó a concluir que la presencia del tordo renegrido impactaba directamente en el éxito de la reproducción de los cardenales.”

“Al cuarto año de liberaciones elegimos un nuevo lugar, sugerido por la Alianza del Pastizal, una iniciativa liderada por Aves Argentinas que fomenta la conservación de pastizales y asesoran a propietarios de campos sobre estrategias y  metodologías  de ganadería más sustentables.” 

“En 2020, en plena pandemia hicimos una liberación, con un caos de autorizaciones y un trabajo increíble de las direcciones de Fauna de la Provincia de Buenos Aires y de Nación, pudimos salir a la ruta y liberar 30 cardenales. En marzo de 2021 hicimos una segunda liberación y pudimos ver a los ejemplares que habíamos liberado el año anterior con crías. Ahi dijimos: es acá. Y ya llevamos catorce liberaciones en este campo”, dice con orgullo la coordinadora. 

En la Provincia de Buenos Aires, ya se liberaron 148 cardenales y en total son 232 los animales liberados, ya que se han realizado otras campañas de devolución en La Pampa y Entre Ríos. Las locaciones cambian porque los cardenales, aunque parezcan todos iguales, tienen poblaciones independientes. 

“Nos han llegado animales de decomiso que descubrimos que no son del Oeste, sino de la población del litoral, y esos animales conocen a los predadores del litoral, y deben reaccionar ante ellos. También recibimos animales de La Pampa, San Luis y Tucumán, y como en esas provincias no hay centros de recuperación, los derivan a la Fundación porque conocen nuestro trabajo, nuestros indicadores de éxito y nuestro compromiso de devolver al animal a donde pertenece.”

Y la pregunta que se impone es ¿cómo se identifica a qué población pertenece cada cardenal amarillo? Y la respuesta a esa pregunta se habla en la mesa del comedor de casa, hace ya un par de años, regularmente. 

Ciencia y aviones

Para identificarlos y comenzar el ciclo de recuperación que llevará a su liberación, los Cardenales llegan al Centro de Recuperación de Especies de la Fundación Temaikén (CRET). Allí se los recibe, se les hace un chequeo de salud, se los aloja en el hasta que el animal se recupera, se identifica su región de pertenencia, se lo reentrena para que identifique y reaccione ante sus predadores, para que busque su comida, y finalmente se lo libera. 

Para realizar la identificación genética del Cardenal Amarillo se requiere un equipo científico que pueda realizar los análisis del ADN correspondientes a cada animal. Dentro de ese equipo, hay una científica que me contó cuando tenía 16 que quería ser bióloga. Esa científica se casó conmigo hace 10 años. 

Ahora, toda esta historia, ¿qué tiene que ver con la aviación? Parecería que poco, más allá del punto de contacto del marido de la científica. Hasta que me pasaron unas fotos de un Airbus A320neo con matrícula CC-DIM, el avión número 40 de JetSMART, en la plataforma de la Final Assembly Line de Airbus en Mobile (Alabama). En la cola de ese avión, se yergue majestuoso el Rey del Espinal: un Cardenal Amarillo. 

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La línea trazada era clarísima: alrededor del cardenal había una historia de una aerolínea que elige visibilizar a una especie en peligro, de una Alianza que trabaja para devolver esa especie a la naturaleza y de un avión que lo lleva orgulloso en la cola. Pájaros que salvan pájaros. 

Por puro azar, apenas un mes antes de sentarme a escribir esta nota había visitado el CRET acompañando a mi esposa, y pude ver algo que si me lo contaban me hubiera resultado increíble: un cardenal amarillo anestesiado, al que le sacaban una radiografía y le extraían sangre. Y lo que más me conmovió fue ver a una veterinaria acariciarle la cabeza para despertarlo de la anestesia y devolverlo a la jaula. Un cuidado y un amor que se me hace difícil describir.

Tras conocer el proyecto por dentro, y ver que había un punto de contacto con la aviación, no pude ni quise evitar contar esta historia. Le pregunté a De la Colina si tenía algo que ver con la llegada del cardenal a JetSMART, y me dijo que sí, que hace tiempo que trabajaban con la aerolínea para la visibilidad de especies en peligro.

Visibilidad y recursos: el rol de JetSMART

“El primer contacto lo tuvimos a través del Huemul, porque ellos lo habían incluido en la cola de un avión [el LV-HEK], y nos sorprendimos gratamente con el interés de la aerolínea por mostrar un animal autóctono. Nos acercamos por la web a partir del proyecto que tenemos sobre el Huemul, que es un desafío enorme porque implicaba formar un centro de rescate en plena Patagonia y JetSMART fue el aliado perfecto. Estaba el interés de ellos de darle visibilidad a la fauna autóctona y si bien ya tenían varios aviones ploteados no había un criterio sobre qué animal elegir. A partir del diálogo con nosotros, se armó la propuesta de dar a conocer esas especies autóctonas que necesitan protegerse.”

Además, la aerolínea está presente en varios países de Sudamérica (Argentina, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Paraguay, Brasil) y la posibilidad de concientizar sin fronteras es un plus fundamental. “En Brasil y Uruguay, la problemática del Cardenal Amarillo también existe, aunque en menor escala. Y darle visibilidad en los tres países, y en un ámbito como el aeroportuario, que también es una puerta de salida para el tráfico de especies, es clave”, agrega Alicia. 

El apoyo de JetSMART no se termina en la imagen de la cola: “el vínculo con la aerolínea se va profundizando, porque empezamos con el Huemul y seguimos con el Cardenal, pero también empezamos a tener diálogo y apoyo con diferentes temas y traslados. No sólo necesitamos mover personas – queremos también trasladar animales- y JetSMART es una ayuda enorme.”

Hace unos meses, el propio CEO de JetSMART, Estuardo Ortiz, decía que firmaron un acuerdo “en el que comprometemos con hechos reales nuestro apoyo a la biodiversidad y la preservación de la naturaleza en Sudamérica, para que más y más personas las puedan vivir y apreciar.”

“Juntos, estamos construyendo un futuro más verde y sostenible. Este compromiso se refleja en nuestro trabajo conjunto para proteger al cardenal amarillo, una especie en peligro de extinción que es un símbolo de la riqueza natural de nuestra región. Estamos orgullosos de ser parte de los esfuerzos para garantizar su supervivencia y fomentar la conciencia sobre su importancia“, dijo.

“Lo que sorprende es que es una articulación que parece impensada -expande Alicia-, y es una alianza fundamental desde la visibilidad, el soporte económico y el poder movilizar profesionales: la última campaña de Huemul es posible porque cinco personas y sus materiales se pudieron trasladar con JetSMART. Entiendo que la compañía realizó charlas y capacitaciones internas sobre el tema, lo cual también es una muestra de que no se termina en una iniciativa de RSE vacía. Lo valorable es que se involucran, y en serio.”

De la Colina cierra con un enfoque que me había pasado por arriba y es absolutamente cierto: atrás del impacto ecológico, hay un impacto social. “Hablamos de combatir un delito, y siempre que hay un delito hay víctimas y victimarios. Hay una cuestión social compleja, de mucho desconocimiento y hasta cultural, pero también hay mucha corrupción.” 

Hasta pudimos ver un cambio en el comportamiento de la gente, que empieza a saber que no está bien capturarlos, que es un delito, y que debe denunciarse. Porque cada decomiso empieza, necesariamente, con una denuncia. Y vemos que la gente se involucra, y nuestra gente también se involucra: investigadores que se toman licencia para ir a verlos al espinal porque como no es su trabajo directo a veces no les autorizan los días para hacer trabajo de campo. Autoridades que antes le decían “el pajarito” y hoy hacen seguimiento de las liberaciones y se preocupan por los animales. Es un gran cambio. Un lindo cambio.

Le pregunto a Alicia qué le pasa por el corazón cuando en las campañas ven animales que fueron liberados hace cuatro o cinco años todavía vivos y con crías. “Es una fiesta. Identificamos las campañas por unos anillos de identificación que se le ponen en la pata derecha, y cuando vemos rojo y metal, que es la camada de 2020, es una gran alegría y nos permite solidificar el vínculo con todas las partes involucradas.”

“Mirás a los técnicos de Fauna y les decís ‘ves? su decomiso, por el que pasaron noches enteras consiguiendo permisos, funcionó’. Mirás a los chicos de Ambiente, que nos ayudaron a elegir el lugar de liberación y les mostrás que el bicho está teniendo 3, 4 crías todos los años. Ahí es donde decís ‘elegimos bien el lugar, lo recuperamos bien, sobrevivió‘. Es la confirmación de que hicimos bien las cosas. Es la evidencia de tus aciertos.”

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