Alrededor de 33.000 trabajadores de Boeing afiliados al Distrito 751 y W24 de la International Association of Machinists & Aerospace Workers votaron en la tarde del jueves (hora del Pacífico) sobre el nuevo convenio laboral propuesto por la compañía, así como por un llamado a la huelga.
Aproximadamente el 95% de los votantes rechazaron el contrato, y el 96% aprobaron la huelga (que comenzará a la medianoche del 13 de septiembre) , resultados esperados considerando que el acuerdo tentativo anunciado el domingo incluía solo un 25% de aumento salarial en un período de cuatro años, cuando los trabajadores habían pedido el 40%.
Para contrarrestar esa diferencia, Boeing jugó una carta clave: comprometerse a que el nuevo avión comercial que desarrollarían se fabricaría en el área de Seattle y Portland, para así garantizar estabilidad laboral en esa región. Pero había una “trampa”: esto era válido solo si el programa se anunciaba antes de 2028.
El fabricante estadounidense también prometió mejoras en los planes de salud y retiro, un bono de 3 mil dólares, reducción en las horas extra obligatorias y la actualización de categoría de 4.000 empleados.
Pero nada de esto fue suficiente, y ahora, a todos los problemas que Boeing viene acarreando, se le suma el de la primera huelga de esta magnitud desde 2008, cuando se extendió por 57 días. Diversos analistas financieros de entidades como UBS y TD Cowen estimaron que si la huelga se extiende de manera similar, Boeing podría enfrentar una sangría de entre 3 y 4 mil millones de dólares, otro duro golpe a una empresa que no ve números positivos desde 2018.
El impacto también llegaría a las aerolíneas, que tendrán que enfrentar aún más demoras en las entregas de nuevos aviones.
