Este 6 de octubre se cumple el 48° aniversario del trágico atentado del Vuelo 455 de Cubana de Aviación, un acontecimiento que sirve como sombrío recordatorio de las volátiles tensiones geopolíticas de la década de 1970 y del profundo impacto que tuvieron en vidas inocentes.
El 6 de octubre de 1976 el vuelo 455, operado con un avión Douglas DC-8 matrícula CU-T1201, partió de Barbados con 73 pasajeros a bordo. Su destino era Jamaica, pero nunca llegaría. Poco después del despegue dos bombas colocadas a bordo estallaron, provocando que el avión se precipitara al mar Caribe. Las 73 personas, incluyendo al equipo nacional cubano de esgrima, fallecieron.
La investigación del atentado reveló un siniestro plan originado en las prolongadas tensiones políticas entre Cuba y los exiliados cubanos anticastristas. Las pruebas apuntaron a la implicación de dos venezolanos, Hernán Ricardo y Freddy Lugo, quienes más tarde fueron declarados culpables de colocar los explosivos. Trabajaban para Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos fervientes militantes anticastristas con vínculos a grupos extremistas de la comunidad exiliada cubana.
Lugo y Lozano abordaron el avión en Guyana para descender en Barbados tras colocar los explosivos, uno entre los asientos de la parte delantera, y otro en un baño en la parte trasera.
La pérdida del Vuelo 455 no fue solo una tragedia para las familias de las víctimas, sino también una representación clara de las tensiones de la Guerra Fría que se manifestaron en América Latina durante esa era. Durante muchos años, el evento fue eclipsado por otras crisis geopolíticas, pero sigue siendo uno de los actos terroristas más mortíferos en la historia del hemisferio occidental.
Luis Posada Carriles, un ex operativo de la CIA, y Orlando Bosch, ambos acusados de ser los cerebros detrás del atentado, siguieron siendo figuras polémicas hasta su muerte. Carriles vivió libremente en Miami durante muchos años tras el atentado, y aunque Venezuela solicitó su extradición en múltiples ocasiones, fue denegada. Su presencia en suelo estadounidense fue un punto de discordia en las relaciones entre EE.UU. y Cuba, con La Habana acusando a Washington de albergar a un terrorista. Bosch fue arrestado y pasó varios años en una prisión venezolana por su papel en el atentado, pero más tarde fue absuelto de todos los cargos, una decisión que sigue siendo controvertida.
Hoy, al reflexionar sobre el 48° aniversario de este acto atroz, sirve como recordatorio de los peligros del extremismo desenfrenado y la importancia del compromiso diplomático. Las víctimas del Vuelo 455, cuyas vidas fueron arrebatadas en un instante, representan a innumerables otras personas que han sido atrapadas en el fuego cruzado de disputas políticas, tanto pasadas como presentes.
Los DC-8 de Cubana de Aviación
La aerolínea estatal Cubana tenía tres DC-8 que habían sido alquilados a Air Canada en los años 70.
Además del CU-T1201 derribado por un ataque terrorista, otro de ellos tuvo un final trágico. El 18 de marzo de 1976, mientras realizaba una aproximación al aeropuerto José Martí de La Habana en ruta desde Montreal, el DC-8 CU-T1200 colisionó en el aire contra un Antonov An-24. Este último se estrelló y fallecieron todos sus cinco ocupantes, mientras que el DC-8 aterrizó aún tras perder una parte de un ala y un motor, pero no volvió al servicio comercial.
El tercer DC-8, matrícula CU-T1210, permaneció en la flota de Cubana de Aviación hasta 1978, cuando volvió a Air Canada brevemente y luego pasar a Air Jamaica, AeroPerú y finalizar su vida en Capitol International Airlines en 1981.