Panamá busca optimizar su espacio aéreo y modernizar aeropuertos regionales bajo la dirección de Bárcenas

El aeropuerto de Isla Colón, en la provincia de Bocas del Toro, será la principal inversión de la Autoridad Aeronáutica Civil (AAC) de Panamá en los próximos cinco años, según reveló su director, Rafael Bárcenas, en una entrevista concedida al diario La Prensa de Panamá. Bárcenas, quien regresó al cargo tras una primera gestión entre 2009 y 2014, delineó los desafíos y planes de la entidad para los próximos años, haciendo especial énfasis en la modernización de la infraestructura aeroportuaria y la mejora de los marcos regulatorios del sector.

La inversión en la terminal de Isla Colón responde a su potencial para fortalecer el turismo, uno de los motores económicos clave de Panamá. Actualmente, la AAC está realizando estudios de agrimensura que permitirán obtener datos exactos sobre el terreno y las necesidades de expansión, una condición fundamental para determinar la viabilidad del proyecto. Bárcenas explicó que, dependiendo de los resultados de estos estudios, se podría realizar una inversión de entre 25 y 30 millones de dólares, lo que incluiría la adquisición de terrenos adicionales. Además, el nuevo aeropuerto buscaría cumplir con las especificaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para poder recibir vuelos internacionales.

Uno de los retos actuales de la terminal es la falta de capacidad de almacenamiento de combustible, lo que obliga a las aeronaves a volar a David o incluso a Ciudad de Panamá para recargar. Esto ha afectado la operatividad de vuelos internacionales, especialmente desde Estados Unidos y Europa. Con la construcción del nuevo aeropuerto, se espera que Isla Colón pueda atender la creciente demanda de vuelos y convertirse en un hub de turismo internacional en el Caribe panameño.

En cuanto a los otros aeropuertos bajo su gestión, Bárcenas destacó que se realizarán trabajos de mantenimiento en los aeropuertos de Río Hato, Colón y Chiriquí. El aeropuerto de Río Hato, construido en su primera gestión, requiere mejoras para atraer más vuelos y potenciar el turismo en la región. En Chiriquí, la ampliación de la plataforma de desplazamiento de las aeronaves es una prioridad, ya que actualmente Copa Airlines opera dos vuelos diarios y Air Panamá, tres. Respecto a Colón, se enfrenta un reto mayor debido al abandono que ha sufrido la terminal, pero Bárcenas señaló que la zona tiene un gran potencial para convertirse en un centro logístico o de reparación de aeronaves. En todos estos casos, la AAC se encargará de mejorar los sistemas de ayuda a la navegación y las luces de pista, mientras que la gestión y mercadeo de las terminales se espera que sea asumida por un operador privado, un modelo que Bárcenas considera el camino correcto.

Durante la entrevista con La Prensa, Bárcenas también abordó uno de los temas más críticos para el sector aeronáutico panameño: la modernización del espacio aéreo. Actualmente, el aeropuerto de Tocumen, el principal del país, opera con una eficiencia de solo 30 aviones por hora, cuando su capacidad real debería permitir el manejo de hasta 60. Esto se debe a la congestión en la zona de espacio aéreo que va desde el suelo hasta los mil pies de altura, que es utilizada por aviones que despegan y aterrizan en Panamá. Aunque el espacio aéreo superior, utilizado por aviones en tránsito internacional, no presenta mayores problemas, la situación crítica en la zona inferior limita la eficiencia operativa del aeropuerto.

Bárcenas adelantó a La Prensa que en las próximas semanas presentarán simulaciones que demuestran que es posible aumentar la capacidad del espacio aéreo y que, si todo resulta como se espera, para febrero de 2025 se habrán implementado los cambios necesarios para mejorar la eficiencia. En caso de que las pruebas sean exitosas, se abriría un proceso de licitación para rediseñar todo el espacio aéreo. Sin embargo, advirtió que, aunque se logre mejorar el flujo aéreo, el aeropuerto de Tocumen también deberá realizar inversiones en tierra para evitar que el congestionamiento se traslade a las pistas y zonas de rodaje.

Otro de los desafíos importantes que enfrenta la AAC es la falta de personal en control de tráfico aéreo. Bárcenas señaló que actualmente solo cuentan con 60 controladores, un número insuficiente para la demanda del país. La migración de controladores hacia mercados más atractivos, como Medio Oriente, donde los salarios son significativamente más altos, ha agravado esta situación. Para abordar este problema, Bárcenas propuso que el control aéreo se separe de la administración de la AAC y funcione como una corporación independiente, similar a Tocumen S.A. o la Autoridad del Canal de Panamá. De esta forma, los controladores aéreos podrían recibir salarios más competitivos y las operaciones serían más eficientes. Esta medida, además, cumpliría con una de las recomendaciones de la OACI, que sugiere que las entidades reguladoras no deben ser operadoras y fiscalizadoras al mismo tiempo.

Bárcenas también informó que ya se están realizando esfuerzos para reforzar el equipo de controladores aéreos a través de la recontratación de personal disponible en el mercado local y la capacitación de nuevos profesionales. No obstante, reconoció que los cursos de formación enfrentan dificultades, ya que de 1,500 aspirantes solo 20 suelen completar todo el proceso de formación, en parte debido a la falta de dominio del inglés, un requisito fundamental en la aviación.

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