Una investigación preliminar de Azerbaiyán concluyó que un misil ruso derribó en Kazajistán un avión comercial fabricado por Embraer.
La aeronave E190-E1 de Azerbaijan Airlines (AZAL) realizaba un vuelo entre Bakú, capital de Azerbaiyán, y Grozni, en Chechenia, al sur de Rusia. A bordo viajaban 67 personas, de las cuales 38 murieron después de que la aeronave impactara contra el suelo ya en territorio kazajo, del otro lado del Mar Caspio.
Señales en el avión indican daños externos, presuntamente causados por la explosión de proximidad de un misil antiaéreo. Ahora, el gobierno de Azerbaiyán habría confirmado que fue un misil ruso el que alcanzó la aeronave.
La información fue proporcionada por fuentes gubernamentales azerbaiyanas a Euronews, que reportó en exclusiva que el sistema antiaéreo utilizado contra el E190 fue un Pantsir-S, el cual combatía ataques de drones ucranianos en la misma región. Esta información coincide con la decisión de AZAL de suspender vuelos hacia Rusia tras la caída del E190.
Este sistema cuenta con 12 misiles antiaéreos guiados por radar, montados en un vehículo lanzador sobre un camión, que además posee dos cañones de 30 mm para defensa cercana.
El misil puede contener una ojiva de fragmentación que detona cerca del objetivo, liberando numerosos fragmentos (similar a una granada de mano) para causar daños que imposibiliten el vuelo del objetivo. Aún no está claro cómo el misil no logró derribar completamente la aeronave. Una de las hipótesis es que hubo una detonación previa, comandada por la batería de lanzamiento, al detectar que el objetivo no era un dron, sino un avión civil.
Según reporta nuestro medio asociado, AEROIN, el sistema Pantsir casi fue adquirido por Brasil en 2013, poco después de la compra de los helicópteros Hind. En ese momento, el plan del gobierno federal era comprar tres baterías, con 12 lanzadores cada una, para equipar a una unidad de cada rama de las Fuerzas Armadas brasileñas, con el objetivo principal de proteger el espacio aéreo durante la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Sin embargo, debido a la falta de presupuesto, el gobierno brasileño canceló la compra y optó por adquirir vehículos antiaéreos usados Gepard, basados en la plataforma del tanque alemán Leopard 1, ya utilizado por el Ejército Brasileño. Este sistema, no obstante, no cuenta con misiles antiaéreos y depende únicamente de cañones de 35 mm para derribar objetivos.