El 28 de enero de 1986, el transbordador espacial Challenger sufrió un accidente catastrófico apenas 73 segundos después de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida. La tragedia cobró la vida de sus siete tripulantes y marcó un punto de inflexión en la historia de la exploración espacial.
El accidente del Challenger fue provocado por una falla en un sello O-ring del cohete propulsor derecho. Estos anillos, diseñados para evitar que los gases calientes escaparan de las juntas del cohete, perdieron su capacidad de sellar adecuadamente debido a las bajas temperaturas registradas el día del lanzamiento, que fueron las más frías en la historia del programa espacial.
El fallo permitió que gases calientes perforaran el cohete, provocando una fuga en el tanque externo de combustible que contenía hidrógeno y oxígeno líquidos. Esto resultó en una explosión que desintegró la nave. El accidente fue agravado por:
- Advertencias ignoradas: Ingenieros de Morton Thiokol, fabricante de los cohetes, habían advertido sobre los riesgos de lanzar en condiciones frías. Sin embargo, la presión para cumplir con el cronograma de lanzamiento llevó a aprobar el despegue.
- Fallos organizacionales: La gestión de la NASA ignoró los riesgos conocidos, destacando fallos en la comunicación y evaluación de riesgos.
Cronología del desastre
- 27 de enero de 1986: Ingenieros de Morton Thiokol expresaron preocupaciones sobre el O-ring, pero el lanzamiento fue aprobado.
- 28 de enero, 11:38 AM (EST): El Challenger despegó sin incidentes aparentes.
- T+58 segundos: Se observó una llama en el cohete derecho, indicando una fuga.
- T+73 segundos: El tanque externo falló, desintegrando la nave en una explosión que esparció los restos en el Océano Atlántico.
Los siete tripulantes a bordo del Challenger conformaban una representación diversa y altamente calificada de la NASA y del programa espacial:
- Francis R. Scobee (Comandante): Piloto veterano de la Fuerza Aérea con más de 6,500 horas de vuelo y una misión espacial previa.
- Michael J. Smith (Piloto): Experimentado aviador naval, realizaba su primer vuelo espacial.
- Ronald McNair (Especialista de misión): Doctor en física del MIT y segundo astronauta afroamericano en viajar al espacio.
- Judith Resnik (Especialista de misión): Ingeniera eléctrica y segunda mujer estadounidense en el espacio.
- Ellison Onizuka (Especialista de misión): Primer astronauta de ascendencia asiática en viajar al espacio.
- Gregory Jarvis (Especialista en carga útil): Ingeniero aeroespacial que realizaría experimentos de dinámica de fluidos en microgravedad.
- Christa McAuliffe (Especialista en carga útil): Maestra de escuela secundaria, seleccionada para el programa “Maestro en el Espacio”, que planeaba dar lecciones desde la órbita.
Impacto y legado
Tras el desastre, el presidente Ronald Reagan formó la Comisión Rogers, que investigó las causas del accidente. Entre sus hallazgos se incluyeron fallos técnicos, organizacionales y de gestión. El físico Richard Feynman, miembro de la comisión, demostró públicamente cómo las bajas temperaturas afectaron la elasticidad de los O-ring, lo que se convirtió en un momento emblemático de la investigación.
Como resultado, la NASA implementó cambios mayúsculos en sus protocolos de seguridad y rediseñó los cohetes propulsores sólidos. El programa espacial fue suspendido por casi tres años.
El accidente del Challenger no solo puso en evidencia los riesgos de la exploración espacial, sino que también sirvió como un recordatorio de la importancia de priorizar la seguridad y la comunicación en todos los niveles de gestión. Los nombres de los siete astronautas continúan siendo un símbolo del coraje y la dedicación hacia la ciencia y la exploración.
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