El que se va a la costa manejando con 38,5° de fiebre. El ultra famoso que se va a Esquel a hacer la cuarentena porque «tiene domicilio ahí». Los que esquivan los controles yendo por los médanos y se quedan encajados.
Los que con la pandemia declarada se fueron, total no pasa nada. Los que desoyen las recomendaciones, porque esto es chamuyo. Los que desafían la cuarentena porque nadie les va a decir qué hacer y qué no hacer. Los que tienen la suerte -a esta altura de las cosas, ya es cuestión de suerte- de subirse a un avión que los trae de vuelta y se amotinan porque hay protocolo de sanidad y ellos quieren bajar.
Los que maltratan empleados por decisiones que pasan muy por encima de ellos, que no les queda otra que poner la cara. Los que reniegan del estado justo hasta un minuto antes de poner el pie en el Hércules. Y que una vez que se bajen, volverán a lo mismo.
Los que reciben a la policía a los piedrazos, los que salen de la autopista por la entrada para evitar los controles. Pero demuestran solidaridad bajando los dispositivos para que no les pinchen las ruedas.
Los que defenestran a Aerolíneas, hacen prudente voto de silencio cuando consiguen pasaje y vuelven a defenestrarla cuando ya están a salvo en casa. Hasta que salen a romper la cuarentena. Los que están en grupos de riesgo y salen a pasear. Los que no evitan el contacto con los grupos de riesgo.
Todos sabiendo más que los expertos, porque así somos. Somos técnicos de fútbol, mecánicos, pilotos, cocineros, reposteros, modistas, profesores de canto, profesores de baile. No hay reality que no funcione, porque todos sabemos más que el jurado. Somos expertos en todo. Ahora, somos todos epidemiólogos. Todos tenemos probado expertise en manejar una pandemia.
En el mundo, la crisis del coronavirus se lleva puestos 800 italianos por día. España va hacia lo mismo, Estados Unidos, Francia, Alemania. Acá llegó un poco más tarde y eso nos da una ventaja, que elegimos dilapidar haciendo boludeces. 3200 detenidos por violar la cuarentena en tres días de restricción obligatoria.
Tal vez sea hora de declarar otra cuarentena, para suspender al menos por un tiempo la propagación de un mal que tenemos hace mucho y que nos ha hecho más daño que el coronavirus. Es un mal que nos acompaña desde que tengo memoria, y que tiene más chances de arruinarnos el futuro que el COVID-19.
Hay que declarar una cuarentena de Argentinidad. De viveza criolla. De esa soberbia tan argenta y tan pelotuda que nos hace únicos. Por un tiempo, dejemos de saber de todo y limitémonos a seguir las recomendaciones de la gente que sí sabe. Dejemos de jugar con fuego, porque en el fondo sabemos que no hay recursos para lidiar con esto si no nos tomamos este asunto en serio.
Por un tiempo, dejemos de ser tan cabeza de termo. Dejemos de ser tan Argentinos así, con dos golpes en el pecho y la manito abanicando. Mantengámonos informados por los canales que corresponden, prestando atención a la información. No caigamos en fake news. No caigamos en la tentación de empecinarnos en cuestionar lo que no sabemos. No es momento de ver quién la tiene más larga. Ninguno la tiene.
Desde acá, seguiremos informando aquello que tengamos chequeado. Que tenga que ver con lo que sabemos. No es el lugar para dar consejos sobre cosas que desconocemos. No lo era antes, no lo será ahora. También buscaremos entretener, para que estos días pasen lo más rápido posible.
Lo único que podemos pedirte es que también hagas Cuarentena de Argentinidad. Y perdoname el énfasis con el que te lo voy a pedir.
No seas pelotudo. Cuidate y cuidá a los tuyos.
Quedate en tu casa.
Pablo Diaz
Director Editorial
Aviacionline
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