Vuela alto Ronnie Scott: el piloto y héroe argentino de la Segunda Guerra Mundial falleció a los 107 años
Ronald David Scott, más conocido como Ronnie, murió este jueves 17 de abril a los 107 años en Buenos Aires. Fue uno de los últimos pilotos vivos que combatieron a bordo de Spitfires en la Segunda Guerra Mundial y el último integrante de la Royal Navy en el continente americano. Su fallecimiento tuvo lugar en el hogar de ancianos de la comunidad británica BABS, en el barrio porteño de Villa Devoto, donde también había nacido.
Veterano de guerra, pionero de la aviación comercial en Argentina y referente del deporte, Ronnie Scott fue uno de los mil argentinos que se alistaron como voluntarios para luchar contra el régimen nazi durante el conflicto bélico. Tras completar su entrenamiento en el Reino Unido, integró el Escuadrón Aeronaval 761 y se graduó como piloto naval en 1944, convirtiéndose en uno de los pocos latinoamericanos en volar el emblemático Supermarine Spitfire, avión símbolo de la Batalla de Inglaterra.
En una de las memorias recogidas en una nota del diario La Nación, Scott recordaba así su primer vuelo en el caza británico: “Despegué con capota abierta (...) volar un Spitfire era tocar el cielo con las manos (…) ¡Dios mío! Esto era otra cosa (…) el cuerpo se aplastaba contra el asiento y el comando te llevaba adonde quisieras. Impresionaba. Era bestial, inigualable”.
Scott regresó a Argentina en 1946 y rápidamente se insertó en la aviación civil. Integró la Aeroposta Argentina, antecesora de Aerolíneas Argentinas, volando aviones Douglas DC-3 en rutas patagónicas. Posteriormente, fue comandante de Comet 4 y del Boeing 737, acumulando más de 23.000 horas de vuelo hasta su retiro en 1978. También fue fundador de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), convirtiéndose en una figura respetada por colegas y generaciones posteriores de aviadores.

Nacido el 20 de octubre de 1917, Ronnie Scott fue educado en el Belgrano Day School y el colegio Oates de Hurlingham. Con apenas 14 años tuvo su primer contacto con la aviación al visitar el portaaviones británico HMS Eagle, amarrado en el puerto de Buenos Aires. Tres décadas después, ese primer impacto se transformaría en una de las carreras más singulares y longevas de la historia aeronáutica nacional.
Así lo había relatado en una nota con TN: "Era socio del club Hurlingham, una tarde mientras veía un partido de polo, un jinete me pidió un agua tónica. Era el Príncipe Eduardo, que después, abdicó al trono de Inglaterra. Yo me tomé el atrevimiento de agregarle limón y se lo alcancé. Su secretario me pidió mi la dirección y al día siguiente me llamaron para invitarme a conocer el primer portaaviones que hubo en la Argentina".
Scott solía decir, con humor y emoción, que algún día un Spitfire lo estaría esperando con el motor encendido para su último vuelo. Hoy, quienes lo conocieron y lo admiran lo imaginan despegando una vez más, “con capota abierta”, rumbo a la eternidad.
Con su partida, se va una figura emblemática de la aviación argentina y un testigo privilegiado del siglo XX, cuya historia entrelazó guerra, reconstrucción y legado.
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