Hace un poco más de un mes, Boeing se bajaba del joint venture por el cual compraría el 80% de Embraer Commercial, citando demoras de la brasileña para completar pasos pendientes antes de la fecha límite. Una movida un tanto esperable, teniendo en cuenta cómo cambió el contexto a partir de la pandemia de COVID-19.
El sábado, en nuestro nuevo segmento que todavía no tiene nombre, nos pusimos a charlar de esto:
Sin embargo, la oportunidad perdida por Boeing puede significar una esperanza para otros potenciales candidatos: En las últimas semanas, de acuerdo a un reporte de Reuters, tanto la industria China como la de India confirmaron que establecieron «contactos informales» para acceder a acuerdos de colaboración con Embraer. Otras fuentes mencionan Irkut, el conglomerado ruso, como otro interesado en los recursos que provee la empresa brasileña.
Ahora, las realidades de los tres potenciales interesados son bastante distintas: De todos modos, cada una tiene una buena razón a favor de buscar apoyo en el tercer fabricante de aviones del mundo. Y otra en contra. Vamos por partes.
China y Rusia: Menos aviones, más know-how
El consorcio estatal COMAC tiene dos cosas que cualquier fabricante envidiaría en estos días: proyectos avanzados y con disponibilidad de fondos y un mercado casi cautivo donde colocar estos aviones una vez certificados. El C919, pensado para competir con los Boeing 737NG y los A320ceo, está casi listo. El proyecto conjunto con Rusia C929 avanza con alguna lentitud, pero el C939 parece cada vez más lejano, pero en este punto la industria China busca algo que Embraer tiene: know how de procesos complejos.
El ARJ21, una copia decente de los MD que llega unos 30 años tarde, le sirvió a COMAC para aprender sobre procesos de construcción modernos: el sólo hecho de tener una línea de producción es en sí un gran logro. Pero el avión en sí no moverá la aguja en términos de eficiencia o performance.
China discutió adquirir activos aeroespaciales varias veces: de hecho en su momento le hizo una oferta a Bombardier por el programa CSeries (finalmente comprado por Airbus y rebautizado A220), pero salvo en casos muy puntuales, no terminó concretando nada.
Embraer puede aportar, además de una línea de jets regionales de segunda generación y una base de ingenieros y de procesos que le vendrían bárbaro a la industria aeronáutica China, así como una red de soporte logístico afuera de Asia que hoy no tiene, y que le permitiría salir a vender aviones fuera de su área directa de influencia. Y esta es una excelente oportunidad para obtenerla.
India: Conquistando su propio mercado civil
India también transmitió informalmente interés a nivel gubernamental, ya que intenta transformar parte de su conocimiento y tecnología para participar en el mercado aerocomercial.
Hace unos años, el Primer Ministro Narendra Modi presentó un megaproyecto de conectividad regional llamado UDAN: más de 100 aeropuertos (con sus cientos de rutas nuevas), con tarifas fuertemente subsidiadas serán construidos y concesionados. Para ese fin, hace falta un avión regional autóctono de unas 80-90 plazas.
La cuestión es que el proyecto industrial no ha tenido grandes avances y la asociación con la brasileña impulsaría enormemente el proyecto, ya que Embraer es especialista en el segmento. R.K. Tyagi, ex presidente de Hindustan Aeronautics, administrado por el estado, dijo que había escrito al gobierno pidiéndole que aproveche la oportunidad antes que otro se la sople.
«Cualquier país con ambiciones considerará esto. Siento que esta es una buena oportunidad. La valuación (de Embraer) es baja en este momento y si conseguimos el control de un programa de aeronaves moderno y probado, es un gran salto».
Funcionarios de la administración Modi y un grupo de expertos del gobierno están preparando un documento de estrategia sobre Embraer, pero todavía no hizo una propuesta formal.
Cualquier negociación con China, Rusia o India requeriría un proceso lento y metódico para tranquilizar a todos, dijo Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getulio Vargas y experto en el grupo BRICS que desde 2010 incluye a Sudáfrica.
Las tensiones con China han aumentado desde que el presidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, asumió el cargo el año pasado, mientras que Brasil ha profundizado los lazos con India en varios sectores.
Stuenkel no espera resistencia a China, Rusia o India por parte de los políticos de Brasil. Pero dijo que Bolsonaro preferiría no vincularse públicamente a ninguna conversación con China y que probablemente delegaría a su vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourao, quien ya ha respaldado que Embraer tenga un socio chino. «Bolsonaro no quiere ser visto como el que vendió Embraer a los chinos», dijo Stuenkel.