Líneas Aéreas del Estado (LADE), la aerolínea de fomento de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), retomó sus vuelos entre Buenos Aires (AEP) y Bariloche (BRC) con sus Embraer ERJ-140, ruta que otrora operaban los célebres Fokker F-28 Fellowship, desprogramados en agosto de 2024, siendo LADE el último operador de este modelo de reactor a nivel global.
El jueves 31 de octubre me presenté en el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery en horas de la mañana para abordar el vuelo 5U706 (SABE-SAZM-SAZB-SAZS), con destino final a Bariloche y escalas en Mar del Plata y Bahía Blanca. La hora asignada de despegue era a las 8:00. Antes de la apertura del mostrador, ya había una fila considerable de pasajeros esperando.
Puntualmente, a las 06:00 se abrió el check-in. Además de las personas que aguardábamos para realizar el chequeo y retiro de tarjeta de embarque, varios viajeros consultaban acerca de LADE y sus destinos, sorprendidos por la existencia y operación de la aerolínea. Tras despachar mi carry-on, experimenté una sensación nostálgica al recibir el boarding pass, cuyo diseño y tipografía evocaban la esencia de los vuelos de antaño.
En ese momento, el personal de tráfico de LADE nos indicó que a las 7 horas debíamos esperar en el mostrador 14 para recibir instrucciones adicionales, ya que el pre-embarque se realizaría por el «Check Point» o entrada exclusiva de tripulaciones en la planta baja, en lugar de pasar por el control de pre-embarque tradicional en el pasillo superior.
El «Check Point» se encuentra frente a las oficinas de ventas de Aerolíneas Argentinas, un lugar que conocía bien por mi experiencia en Aviación Ejecutiva. En tiempo y forma ingresamos al punto de chequeo, donde nos esperaba un micro de Intercargo que nos llevaría al pie de nuestro avión. Ya en el autobús, nos dirigimos hacia la plataforma de la Aeroestación Militar, en lo que solía llamarse la plataforma SUR, contigua a la planta industrial y al sector de hangares del Aeroparque.
En el lugar, casi todos los pasajeros se mostraron sorprendidos por la novedad de la aeronave: se trataba del T-95 «Vuelo del Pampero», un Embraer 140 ex American Eagle (donde operó de 2003 a 2014), que arribó a la Fuerza Aérea Argentina en febrero de 2024. El embarque se realizó de forma fluida. Mi asiento era el 12A, siempre «Team Ventana».
Al abordar, lo primero que llama la atención es la estrechez de la cabina, diseñada para vuelos regionales, con un espacio interior que, aunque no es lujoso, resulta acogedor y práctico. Los asientos, dispuestos en configuración 2-1, están tapizados en un tono gris oscuro. La aeronave, de capacidad moderada, cuenta con asientos para 44 pasajeros, lo que le confiere un ambiente más íntimo en comparación con aviones de mayor porte. La atmósfera es tranquila, sin el bullicio de aviones más grandes, creando un ambiente más relajado.
Tras ubicar mi maletín en el «Overhead Bin», ajusté el cinturón de seguridad. Luego, la tripulante de cabina inició la demostración de seguridad y dio las indicaciones correspondientes sobre los procedimientos de emergencia a los pasajeros ubicados en la fila de emergencia.
Aunque el Embraer E-140 parece estrecho, su amplitud de cabina permite caminar a lo largo del avión con comodidad. Lo mismo ocurre con sus asientos, mullidos y ergonómicos, a pesar de su diseño algo austero. Un detalle destacable fue mi asiento, que, sin haberlo solicitado, correspondía a una fila individual, justo en medio del ala, una ubicación ideal para capturar fotos y disfrutar del vuelo.
Con ambos motores en marcha, iniciamos el rodaje, observando entre los Boeing B737 y Embraer E190 de Aerolíneas Argentinas otros aviones, como el Learjet 35, Cessna Citation I y II, y modelos más modernos. Al rodar paralelos a la línea de hangares, divisamos sin mucho detalle una variedad de aeronaves en plataforma, incluyendo varios Cessna Citation, el único Learjet 35 de Baires Fly (LV-IYQ), el LV-KAT Beech B200GT y el Learjet 60 de Presidencia de la Nación. También pudimos ver algunos ATR-72 de la extinta Avianca Argentina, un McDonnell Douglas de Andes Líneas Aéreas, y un Learjet 60 de Baires Fly en mantenimiento. En la plataforma frente a la TCA se encontraba el CRJ-200 de Paranair con la librea especial «Visit Uruguay».
De acuerdo al horario de partida, estábamos en cabecera 13 listos para despegar. El ERJ 140 me trajo recuerdos del MD-80 y la sensación similar de un despegue en un Learjet 35 (conversando con el comandante en Bariloche, me comentó que había volado Learjet 35 durante seis años, especialmente el T-26). Por delante de nosotros despegó el King Air B200GT que habíamos visto en plataforma.
La cordialidad del personal de LADE y la comodidad del avión fueron notables. A medida que el avión comenzó a carretear, los dos motores turbofan Rolls-Royce AE3007 desplegaron sus 7,440 libras de empuje. El Embraer ERJ 140 es conocido por su eficiencia y, aunque los motores trabajan a pleno rendimiento, la cabina permanece relativamente silenciosa. LADE destaca por conectar regiones del país con un servicio cercano, pero sin pretensiones.
Buenos Aires – Mar del Plata: Un vuelo ameno
El vuelo transcurrió sin ninguna novedad, demorando 45 minutos entre Buenos Aires y Mar del Plata. En esta primera etapa no se ofreció catering de a bordo ni servicio de bebidas. La meteorología fue óptima durante la ruta, y el ERJ 140 cubrió los 400 km que separan Buenos Aires de Mar del Plata rápidamente.
El aterrizaje en Mar del Plata se realizó en la cabecera 31, con un toque suave sobre el pavimento, mostrando la capacidad del ERJ 140 para aterrizar sin comprometer la comodidad de los pasajeros. Al momento del aterrizaje, en la plataforma de MDQ, se encontraba un B737 MAX de Aerolíneas Argentinas en la posición 1, mientras que nuestro vuelo estaba en la posición 4. La escala en Mar del Plata fue de 40 minutos.
Mar del Plata – Bahía Blanca: Navegando hacia el sur
Despegamos de Mar del Plata por la cabecera 31. El vuelo continuó hacia el sur, sobrevolando campos y llanuras bonaerenses que, gradualmente, se tornaron más áridos y extensos. La ruta hacia Bahía Blanca es relativamente corta, pero la sensación de sobrevolar el interior del país resulta única.
El Embraer ERJ 140, con su eficiencia de combustible y fiabilidad, es perfecto para este tipo de rutas regionales. A pesar de alguna leve turbulencia causada por el diferencial térmico, la aeronave mantuvo una impresionante estabilidad, navegando suavemente entre las corrientes de aire. La tripulación, como siempre, se mostró atenta y cordial. El vuelo fue breve y sin complicaciones; antes de lo esperado, ya estábamos descendiendo hacia Bahía Blanca, un importante centro portuario y agroindustrial.
El aterrizaje en Bahía Blanca fue en la pista 35R, rodando luego hacia el parking 2. Allí se observaba un Learjet 60 de Baires Fly en la posición 6. La escala en Bahía Blanca tuvo una duración de 45 minutos. Tanto en Mar del Plata como en Bahía Blanca se sumaron numerosos pasajeros, logrando una ocupación cercana al 90%. Este dato refleja la necesidad de rutas como esta y la falta de conexión entre ciudades turísticas clave como Mar del Plata y Bariloche sin pasar por Buenos Aires.
Bahía Blanca – Bariloche: El último tramo hacia los Andes
El tramo más largo de la ruta comienza cuando el Embraer ERJ 140 se prepara para volar desde Bahía Blanca hasta San Carlos de Bariloche, en el sur de la Patagonia. Este tipo de itinerario resalta la esencia del Embraer ERJ 140, un avión de alcance medio, ideal para vuelos regionales largos y con destacable eficiencia en combustible.
Durante el vuelo, el paisaje cambia dramáticamente: el terreno se vuelve montañoso y las ciudades, cada vez más pequeñas, van desapareciendo. La Patagonia emerge con sus majestuosas montañas, lagos y bosques, visibles a través de las ventanillas como un espectáculo en movimiento. La atmósfera en la cabina se vuelve aún más tranquila a medida que alcanzamos mayor altitud, con los Andes asomando en el horizonte. Para este momento, la tripulación ofreció un snack dulce y un servicio de bebidas frías y calientes, siempre con la amabilidad y profesionalismo característicos de LADE.
La imponente Patagonia parece sorprender a todos a bordo mientras nos acercamos a Bariloche, rodeados de los picos nevados de la cordillera y grandes lagos. La tripulación prepara el avión para el aterrizaje; el Embraer ERJ 140 realiza una aproximación suave y precisa.
El aterrizaje fue en la pista 11, y luego rodamos hacia la plataforma frente a la antigua aeroestación, en la posición 11. Tras los anuncios de rutina, los pasajeros se prepararon para desembarcar. Había solicitado pasar al cockpit, por lo cual me pidieron desembarcar último. Antes de descender, conversé brevemente con los pilotos en la cabina, quienes me recibieron amablemente.
Este vuelo a bordo del Embraer ERJ 140 de LADE destaca la versatilidad y eficiencia de la aeronave. En cada tramo, desde la costa atlántica hasta la Patagonia, se evidencia que este avión es más que un medio de transporte: ofrece una experiencia cercana, eficiente y confiable.
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A medida que descendíamos por la escalerilla, noté que los pasajeros observaban con curiosidad un Learjet 35 de la Fuerza Aérea Argentina en una posición cercana. Este pequeño reactor cumple tareas de verificación y control de radioayudas en todo el país, agregando un interesante matiz a la escena aeroportuaria. A pesar de estar a 1,500 km de Buenos Aires, Bariloche sigue siendo un lugar de relevancia estratégica.
Me parece perfecto lo de aerolinea de fomento. Ahora, cubrir plazas servidas por AA y las privadas, existiendo ciudades medianas como Presidencia Roque Sáenz Peña y muchas otra sin conexión aérea no me cierra.